sábado, 29 de diciembre de 2007

Números.

Es típico de estas fechas hacer el balance anual de lo bueno, lo malo, lo que se logró y lo que se posterga para el que viene. Una lata. Es típico que en las noticias salgan avisos del tipo "si vas a beber pasa las llaves" y es también típico de estas fechas mostrar las noticias más relevantes; a todo esto se le suma que la navidad acaba de "acabar", si hiciéramos una analogía en términos sexuales. Ahí también es ya obvio que aparecen más comerciales para niños, con los transformers, los autos a control remoto y más blabla. Pero la obviedad en si es que debes regalarle algo a la gente, porque sí, porque es la fecha y si no lo haces eres un tacaño, un amargado que no tiene espíritu navideño y/o alguien solitario. Y qué. A la gente -la mayoría- sólo le importa comprar algo para no quedar mal con el amigo secreto de la oficina, que de paso, aprovechan de pelar -fui oídos para varios cahuínes y pseudocatarsis- con quien les ayuda a encontrarles algo que sea del gusto en la tienda X, que por cierto, ojalá no sobrepase las dos lucas; porque más es un ostentamiento -además de que la persona en cuestión no se lo merezca- y porque algo de menos plata es muy poco. Hace unos días atrás atendí a un viejo de mierda que buscaba algo económico, "como de cien pesos", y me vi tentado a venderle unas mentitas que traía en mi bolsillo. El colmo. Esto es sólo una fecha, y por lo demás, no debería significar nada, pero ver a toda la gentecilla ir y venir como si el mundo se terminara es algo que pone de mal humor a un puñado de gente que, más que tener las cosas claras, o de pecar de snobs, es gente que simplemente no pesca estas fechas, porque son sólo números.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Reveses.

¿Te conté que me encontré con la Martita?, sipo, tan dije como siempre, yo andaba hecha una gansa toda perdida con el carro de supermercado buscando las famosas pastas cuando de pronto me la encuentro, cara a cara po negra, ni te imaginas como andaba vestida, andaba maravillosa, toda una diva ella, con unas gafas a lo Pamela Díaz, ya sabes que le cubría toda la cara y con ese caminar tan característico de ella, sipo gaya, si lo hago pa que te rias, si camina toda doblada, tan shana que se veía oye, ¿te digo una cosa?, parecía media bataclana, con ese rouge medio morado y las gafas, cero sentido común para vestirse, pero yapo, deja que te cuente, estaba ahí, de frente, así que cero posibilidad de poderle hacerle el quite, así que me dije, "Anita María, tú tienes más clase y estilo que esta vulgarcilla, así que se mujer y ponte firme", ya sabes que me fascina conversarme a mi misma, así que esbocé una sonrisa muy a lo welcome y la besé en cada mejilla, tu cachai, algo cordial y sobrio, sin pretenciones de pelear implícitamente. Te juro que la conversación se me hizo eterna, sí gaya, yo asentía y movía el cuello y ya sentía que me faltaba aceite porque ya sabes como es esa, pegote hasta decir basta. Bueno, la cosa es que al fin se despidió y yo, ni tonta ni muerta, voltié la cabeza y le vi el trasero, ¡Está tan culona!, es que no te imaginas como ese vaivén de glúteos hacían ese regordete trasero una cosa tan voluptuosa, si hasta uno de esos niños reponedores le hechó un ojo, y yo, ya sabes, austera pero con clase, le lanzé una mirada de fuego a ese pendejo caliente por cuartearse con esa weona, que harto puta que se veía, pero bueno, ya sabes que no soy fisgona ni nada por el estilo, es sólo para figurarte como andaba esa loca que pedía a gritos que alguien depositara un poco de clase en su pequeño pellejo, no como yo, ya una vieja hecha y derecha, pero con clase y estilo, y de paso con mis cosas bien puestas, no porque haya pasado agua debajo del puente dejo de tener encanto, el otro día, estando con el gordo me dió una vergüenza que ni te imaginas, estaba su compadre buscando unas cervezas en el refrigerador, cuando yo volvía de mi clase de Yoga, que ya sabes que me deja tan liberada, tan espiritual, pero ya po Carla, que me llevas pa otra parte y al final no puedo contarte lo que te quiero decir. La cosa es que estaba ese compadre, ¿Cómo es que se llama?, Gonzalo, sipo, el Gonza -que a todo esto no es nada de feo- mientras yo acababa de llegar de Yoga, cuando sale con el par de cervezas y me saluda con un beso en la mejilla. ¡Te juro gaya que estuvo pegado a mi mejilla como diez segundos!, sí oye, y yo ahí, nerviosa y tiritosa a cagar, ya veía que el gordo llegaba y quedaba la escoba, pero no, después vi que estaba hechado -como siempre- viendo el partido, la cosa es que desde ese entonces, cuando lo veo, creo que le pasan cosas, veo como se moja los labios, y como clava su mirada en mi, nopo, weona, si no me paso rollos, si pa´qué te voy a mentir, ya sabes que soy una mujer hecha y derecha y no voy a andar con juegos a mi edad po, lesa. ¿Qué como anda la Alicia?, ay, linda, no me preguntas más por ella, por favor, que harto cansada que me tiene esa cabra loca, ¿Sabes lo último que supe de ella?, agarrate del asiento: Anorexia. Sí weona, soy la mujer con la peor suerte del mundo. Yo la llamo, le escribo -porque estoy más tecnológica po, si ya sé usar el notebook- y la ingrata no se digna a llamarme, sí ya se que es mayor y que puede hacer con su vida lo que ella quiere, pero ¿Cómo no va a dejar unos minutos para su madre que la parió?, digo yo, una que se esfuerza en darles lo mejor, y luego los hijos se van y te dejan sola como una gata callejera. Así no más es po, gaya, así que piénsalo bien antes de preñarte de Ricardo, porque lo hayo medio lacho, ay, perdón, es que tú sabes que yo soy honesta y que no te guardo las cosas, porque yo siempre con la verdad por delante. Yapo, como te decía, Está con tratamiento psicológico, está con nutricionista, el gordo le ayuda a pagar todo y parece que con él se lleva bien, pero conmigo nada, es como si me odiara, como si no significara nada para su vida, ¿Habré hecho algo mal?, pero ¿Sabes qué?, no voy a amargarme, porque ahí las arrugas aparecen y uno se pone tan arrugada como una hoja seca, y bien sabes que yo quiero aprovechar mis años mosos, porque andube criando guaguas toda la vida, y ahora quiero la vieja lola que no pude ser en la primera parte de mi vida, así que nada de sufrir por la vida. Ay que pesada weona, si te aburro avísame po, no me pongas esa cara de zorra despertando, que te queda tan mal. Ya oye, te dejo, ahora el gordo sale una hora antes y debo llegar a la casa a ordenar todo, ¡Una lata!, pero qué quieres que le haga si ya está a punto de jubilar, y no me imagino viviendo todo el día con él, será el infierno, yo creo que terminaré agarrando mis pilchas y me iré a una comunidad, ya sabes que soy tan natural, el pasto, los pajaritos, el campo, ah, que vida, pero bueno, soñar no cuesta nada. Ya yegua, te dejo, llámame mañana pa ver si nos juntamos en el cafecito que me encantó, ¡Es tan monono!, y hay un mozo que está que arde, ¿Cómo le dicen los lolos ahora?, Está "Hot", sí, así es, ese otro sigue con la onda Emo, con esas mechas y esos piercings que se pone, parece alfiletero, pero ya se le pasará, si es tan concentido, le va como la raja así que ayer me lo atrinqué y le prohibímos con el gordo más salidas, más juntas con esas pokemonas -que risa gansa, si las vieras- y nada de playstation, puro estudio no más. Carlita, no paro de despedirme, pero ya me voy, chao y no olvides llamar, chao.
Bueno, ¿Por qué parto?, ya se que acá puedo decir lo que se me venga a la mente, pero a veces sólo me gustaría que usted me dijera más lo que tengo que hacer o lo que puedo o no hacer, ya sabe que toda mi vida he hecho cosas que no tienen que ver conmigo. El otro día vi a una antigua amiga mía en el supermercado, la verdad es que no pude evitar sentir envidia de como conserva su cuerpo, tan natural, y yo por el contrario sigo tan embetunada de ungüentos que hacen que mi piel se vea estirada hasta el punto de parecer plástica. Estaba regia, esa era la verdad del asunto, y no pude sentirme tan vieja como un árbol a punto de quebrarse por lo seco que se encuentra. Tenía ganas de pedirle perdón por todos los errores que cometí, pero ya sabe que lo más verdadero es también lo más difícil de hacer, así que hablamos un par de trivialidades, y mientras yo le contaba que a mi hijo le va excelente, y que a mi hija la llamaron para trabajar -que entre nos, no es así- veía como sus ojos esperaban un poco de reivindicación de mi parte, sus pupilas se abrían esperando que de mi boca por fin saliera alguna pisca de verdad, sí, soy tan cuática a veces, pero es lo que pensé en ese momento. Así que, me sentí como una vieja mentirosa mientras deseaba que el joven que arreglaba las verduras miraba mis vestido en vez de los pantalones ajustados de la Marta siempre joven. ¿Le conté que tengo una hija Añoréxica?, tengo una idea vaga de lo que eso significa, tiene que ver con no comer mucho, algo así, y todo por un par de rollos menos. Ah, era Anoréxica, ahí sí, usted tanto que sabe, me supera. Como le decía, no me llama, no me escribe, y eso que he hecho esfuerzos sobrehumanos para poder entender eso que llama "jotmail", una que es tan gansa se va quedando en el pasado, y como que cuesta empezar desde cero. Yo en mis años mosos era una de las top, de esas que siempre tenía a alguien para que me adulara, pero ahora con todo el cambio que hay en este mundo, una como que se pierde. ¿Le conté que mi hijo ahora se jura Emo o algo así?, sólo espero que no me salga con otra sorpresita, porque los vecinos, la vieja zorricueta esa y Don Armando, un caballero, muy dije él, ya miran mi casa como si fuera una especie de antro para personas extrañas. Y la verdad de las cosas es que si yo fuera la vecina en vez de yo misma, miraría peor. Todavía no le cuento a mi gente que vengo acá en vez de ir a Yoga, es que no me atrevo, ¿Y si dicen que soy una loca?, ¿Y si me hechan la culpa de que mi hija sea lo que es por mi causa, y la de nadie más?. Me siento como la peor madre del mundo y creo que ocultar esto agrava más mi pesar. Ahora el compadre del gordo se me tiró al dulce, y yo no me controlo. Las cosas que le digo a usted, si quisiera despretigiarme, podría hasta extorcionarme y yo no podría hacer mucho, pero que bah, si por eso le pago ene plata, -todo esto con mucho respeto, claro está-. Bueno, la cosa es que el otro día me besó la mejilla y yo que hace décadas que no siento el cuerpo de otro hombre que no sea el del Roro, sentí que mi sangre se me iba a la cabeza y a otras partes del cuerpo, si usted me entiende la expresión. Pero fue como volver a los diescisiete, sentirme viva por fuera, pero también por dentro; sentir que provoco algo en el ambiente y que no soy yo la que tengo que batallar para que la vida se digne a ser amable conmigo, que soy tan buena persona, y a la vez clásica y distinguida. Pero no quiero ser infiel, o eso creo. O sea, estoy segura de que el Roro más de alguna vez me habrá cagado con alguna puta, pero así son los hombres y si una no quiere ver la realidad, pues allá tú. La cosa es que creo que tuve un sueño húmedo, que plancha que se lo cuente, pero, ay, que atroz mijo, usted un joven profesional y yo contándole rollos de una vieja que aparece en las páginas sociales de "Caras", pero bueno, esa es mi vida, porque contar mi historia siempre implica callar mi verdad. ¿Ya se acabó el tiempo?, una lata.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Mi aburrido gato de nueve colas.

Mi aburrido gato de nueve vidas, de nueve colas, que está echado sobre las hojas del cuaderno que se abren pero que están vacías, una canción sobre otra. La noche que se cierra sobre mis pupilas y el reflejo de la lámpara que golpea mi rostro. Las manos que esperan mientras están así como casuales, y la espera que se torna típica, obvia, eterna. Los sueños de todo el día y que se alargan en la noche, escuchar sin oir y hacer algo por la vida porque sino la inercia te come vivo, respirar y comer para tumbarte en las sabanas. La gente que pasa mientras tú estás sentado viendo como caminan incesantes, en la banca en la cual te acostumbras a estar. Sol y calor. Todo parece tan colorido y a la vez tan vacuo e infinito como las calles desde donde sale la gente a comprar ropa, a hablar mal de otras personas, a creerse superiores por el sólo hecho de saberse mejores. Ver tele, lavar la ropa y hecharse a reir por un barato programa nocturno, donde de seguro alguna tipa muestra su cuerpo y ríe sin parar. Saberse vivo y estar alegre por ello, porque a lo mejor otro espermatozoide te pudo haber ganado y a lo mejor serías una personas distinta de la que sueles ser: más atrevido, sagaz, indulgente, acertivo, mejor; porque el mundo espera a que tú seas lo que ellos quieren, mientras te bombardean de imágenes subliminales y de telenovelas con personas que no son el promedio de la masa. El mundo te empieza a devorar lentamente, y tú y tu propia persona -disociado- ven el mundo como si fuera un fábrica de zombies, pero la verdad es que donde estás parado tiene un poco de todo, bajo la mirada constante, agresiva y llena de compasión de la gente inmersa en lo que conoces como mundo.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Fragmentos, parte II

Mi madre es un ser implacable si se trata de cortar el pasto con orilladora. En realidad termina cortando casi todo el patio con ésta, y luego remata a las moribundas plantas con la máquina de cortar pasto, esa que sirve sólo si uno le pasa una y otra vez, esa máquina que pesa como cincuenta kilos si uno trata de llevarla desde el patio hasta el jardín,y es esa misma a la cual se le atascan las ruedas cuando uno se manda alguna volada cortando el pasto y de paso las ramas más gruesas. Está claro que mi ser tuvo que recoger pasto y malezas con las manos desnudas, además de pincharme con las malas madres y con las espinas de las rosas que mi padre, vehementemente, cortaba.
No había caído en cuenta de que nuestro patio es un gran cementerio animal, está nuestro perro que nos acompañó en incontables viajes, un poyuelo que encontramos muerto -seguramente por la fauna local-, una de nuestras gatas -que murió de SIDA- y otro pequeño gato que murió -a pesar de nuestros esfuerzos por alimentarlo-porque la madre se negó a darle de su leche. A lo mejor hay otros animales muertos y que hemos enterrado por ahí en el patio, pero claramente con mi memoria fragmentada es bien poco lo que puedo recordar usando mi voluntad, porque otro asunto es que las imágenes, a través de ensoñaciones y sueños lleguen a mi mente como si fuera una especie de radio, al cual le llegan mensajes de otras estaciones. Hace unos días atrás fue Halloween y la gente estrujaba sus billeteras comprando dulces y otras minucias para calmar las ansias consumistas de sus hijos. Hace unos días atrás fue el día de todos los santos y la gente se agolpó en los cementerios para poder hacer acto de presencia frente a la fecha, no frente a su gente.
Una de esas noches salí a acompañar a mi madre a buscar ropa seca, porque ella, al igual que a mi, le aterra la oscuridad y además de eso, le dan miedo los lugares tan abiertos -como el patio- porque cree que se puede esconder alguien (o algo) que esté acechando, cosa nada lejana a lo que yo creo cuando tengo miedo, o al menos esa es la intelectalización que hago a raíz del miedo. Mientras recogía la ropa más alejada de la puerta, había en mi algo de perturbación, claro, podía haber algún sujeto con cuchillo esperando en la oscuridad de la bodega vieja, o podría haber un duende agazapado entre los arbustos, etc.
Pero más que el miedo por esas y otras probabilidades, se notaba que el aire, la noche, estaban enrarecidos, que había algo en esa oscuridad que te decía que no estabas solo, aunque no hubiera otra persona cerca, mientras mi gata saltaba, corría y jugaba de un lado para otro en el patio, bajo nuestra mirada un tanto extrañada. La noche de Halloween no soñé nada extraordinario, y tampoco tuve la sensación de haberme olvidado de algo o de alguien en el sueño, así que todo se vivió con normalidad.
La Nodriza y la Cucha, esos fueron los nombres de mis gatas que he tenido a lo largo de mi vida. Lo sé, "Cucha" no es muy original y "Nodriza" llama a hacer asociación libre, pero el nombre es por una razón muy obvia: Ella no pudo tener hijos porque perdió el único que tuvo debido al frío extremo que hacía en una noche de invierno en el patio de nuestra casa actual, así que se dedicó a cuidar y a darles pecho a gatos que no eran los suyos. Mi perro me mordió una mano una vez, también me baboseó ambas mientras jugaba con él, corriendo de un lado para otro en el patio cuando yo lo perseguía. La Cucha me mordió una mejilla en una tarde que le prohibímos salir a la calle, estándo en celo, y yo, molestoso, me acerqué a ella para lesearla. El día en que le pusímos la inyección a la Nodriza no pude quedarme porque tuve que ir a una clase cero aporte. Creo que ese día fue un lunes, pero no estoy seguro de ello. Mi perro amaneció muerto una mañana en el mismo lugar en el que habitualmente dormía, el gato pequeño murió en mis brazos y ahora todos están juntos en este patio, que al llegar, estaba con el pasto alto, con una bodega que estaba que se caía, y con ropa interior ajena en el suelo, entre caracoles y chanchitos de tierra.
Sí, también guardo recuerdos diametralmente opuestos de mis mascotas, recuerdos que son
sustancialmente distintos a los que tengo de la gente, porque no hay punto de comparación, aunque se diga que la gente es más inteligente, que pueda crear patrones de pensamiento abstractos y otros tecnicismos más, las imágenes que guardo de mis animales, vivos o muertos, se contraponen a muchos de los odiosos humanos que he ido conociendo a lo largo del tiempo: Los animales no tienen necesidad de aparentar, o les gustas o no te pescan, se acercan por motivos explícitos, o te miran desde lejos, si los haces enojar, ellos te lo harán saber, no andan con ambiguedades ni con discursos de media lengua, gustosamente se dejan querer sin tener trabas existencialistas, y son en su mayoría fieles, cosa harto difícil de encontrar en el humano promedio.
La imágen de los chanchitos de tierra vuelve. Recojiéndo el pasto me topé con varios de ellos, unos enrollados, otros rápidos y prestos a esconderse, otros quietos, e incluso otros que parecían confusos, como los fragmentos que tengo de mi patio.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Recomendado.

Mala Memoria.
“Es probable que hoy en díael objetivo más importanteno sea descubrir qué somossino rehusarnos a lo que somos.”M. Foucault. El Sujeto y el Poder.

Debajo la cama tengo una caja de zapatos con fotos, anuarios, esquelas y pedazos de las cosas que he vivido. Pero de verdad, esos papeles no convencen a nadie. Las imágenes realmente comprometedoras, que decodifican mi esqueleto, viven sólo en mi mala memoria. Olvido todo lo importante. Y lo que recuerdo siempre es secreto, indecible. Como el día en que el tío-buena-onda tocaba a mi hermana frente a mí y yo no me moví ni reaccioné: escondí la cabeza en la cama del frente y me hice la dormida.
A este error de impresiones sensibles se le suman los flashes recopilados por otros. Retazos que -como collage o antología- arman el rompe-cabezas de mi mundo privado, dejando en duda si en realidad soy yo quién hizo tal o cual escándalo. Siempre tengo la duda de haber dicho algo o inventado otra. Como cuando mi abuela cuenta que -cuando esta floja era una mocosa- no almorzaba con mis compañeritos porque me quedaba llorando y alegando que “la comida tenía pelos”; que tampoco dejaba que ellos se me acercaran, ni tocaran; que me hacían dormir la siesta aislada de mi curso (en la oficina de la directora) porque “todo era muy hediondo”. Supuestamente yo no jugaba con greda, no usaba colafría sino el –en ese entonces- carísimo stickfix, ni me metía dentro de la arena del refalín. Yo sólo comía chocolate con papel y humillaba a Emilio -mi primer vecino y pretendiente- por tener el pelo y la piel oscura. Puntualmente, hacía que me diera su colación, que me empujara en el columpio, que me lustrara los “calpany” con su cotona y una serie de minucias más. Cuando me metía a la piscina lo hacía con el flotador “neumático” de Goodyear y las “alitas”. Mejor prevenir que curar decía el reclame de Bi-alcohol.
Sé que hice echar a más de doce nanas. Escondida detrás de la vitrola de mi abuela, me tomé diez yogurt de frutilla, no “se los había llevado la nana a su casa”. Yo llamaba al fono-horóscopo, no la nana-María. Yo robé un billete de diez mil pesos y enterré tres juegos de llaves en el patio, no la prole de nanas. Es más, ellas nunca me insultaron, pegaron, ni encerraron dentro del baño. Tampoco le habían sacado las cabezas a las barbies, obvio. Mi vida, entonces, giraba entorno a un carrusel de viejas suplantadoras de mamá, viejas que no se sorprendían de que, cuando jugaba con mis vecinos siempre resultara ganadora; y no precisamente por tener buena suerte. Está demás decir que el complejo-tajo-pirata de la cara de mi prima mayor se lo hice yo -con un tarro de Leche Nido; no “la casualidad”. “Pero te queda chori” le dije cuando la vi saliendo del hospital con 6 puntos transversales y muy –hoy por hoy- emo.
Cuando me bañaba en la ducha con mi papá siempre le miraba su cosa. Cuando mi mamá me reprendía por insolente, yo pensaba en su muerte y, antes de que ella perdiera a su tercer hijo, yo rezaba en las noches para que nunca naciera: no quería compartir la pieza ni el amor. En navidad levantaba el teléfono del segundo piso y me hacía pasar por el viejo pascuero con mi hermana. Siempre me gustó el primo de mi papá, por eso me subía en sus piernas y le lanzaba el gato-arañador a su novia. Cuando púber iba a los conciertos de un tío rastafari, ahí me lo tomaba y fumaba todo, no “eran los otros que me dejaban pasado el poleron”. Cuando mis papás se separaron yo sólo pensé en los regalos multiplicados para mis cumpleaños.
Me siento extrañamente feliz en las carnicerías, a pesar de que no aguanto las cirugías televisadas. Para hacer la primera comunión debí confesarme, y como no tenía nada que confesar, mentí sobre mis mentiras y el cura absolvió mis pecados. Los retiros espirituales de mi colegio sólo me sirvieron para llorar la muerte de mi perro, que aún está vivo. Me metí sucesivas veces con un profesor y su anillo de recién-casado. Mis mejores amigos siempre van cambiando, y no es debido a una diferencia de opinión o a una incompatibilidad de caracteres, sino pregúntenle al novio de la que fue mi yunta del colegio. Me alojé varias veces en la casa de una chica que me tocaba mientras dormía. El año nuevo del ‘98 un chascón metalero me desvirgó sin preguntar.
Odio las guaguas. Odio los gatos. Odio los pepinos. Nunca aprendí a hablar-en-serio sin llorar. Mi ‘primer chico’ nunca supo que inauguraba tendencia. Elijo los libros por las tapas. Aún leo mi horóscopo. Canto canciones en inglés que no entiendo. Cuando bebo más de tres vasos de “loquesea” inmediatamente me saco la cresta. Mi rubio no es natural, es russio. Tengo un lunar en el mentón del cual siempre emerge un pelo negro. En las noches me apellido onanista y siempre termino con la boca abierta. Mi mejor amiga aún es virgen. Nunca me han dicho “te amo”. Cuando mis papás estaban juntos contaba las veces en que sonaba el somiére: el promedio era de 50 veces por noche. Mi abuela habla mal de sus hermanas y las hermanas de mi abuela hablan mal de ella. El padre de mis primos perteneció a un grupo nazi y mi familia sólo quiere que (ya) no sea familia.
Soy feliz con unas manos masculinas limpias. Amo que me langueteen las orejas. Mis ex siempre me parecen posibilidad futura: nunca me terminan de gustar. Necesito oler al otro para saber que existe. La felicidad es abrazar al tipo con quien acabas de acabar. No aguanto las personas con aliento a viejo. Cuando amo me escapo y cuando me aman también. Me he enamorado una sola vez. Tres veces he fingido orgasmos. Adrede he dejado ropa en casas ajenas. No me sé mis números de teléfono. Tengo vocación de detective. Antes de dormir tengo que escuchar una canción cebolla; cuando no lo hago tengo pesadillas. Mis pesadillas siempre refieren a que alguien ha muerto y yo corro sin moverme. Mis sueños placenteros siempre son sexuales. Más de alguna vez me he arrepentido de no haberme tirado a ese compañero. Todo-todo hombre que sobrepasa los quince segundos frente a mi ya ha sido imaginado en pelotas.
Disfruto el rencor invertido en palabras. Soy toda consentimiento. Me quiebro con un cariño. No entiendo a las personas que se van sin despedida o aquellas que se inventan fantasmas para vivir. No sé cual es la diferencia entre imaginar y vivir, o recordar y creer. Tampoco sé guardar secretos ajenos. Por su parte, los propios, me cuestan esta mala memoria. Que, mintiendo, no lo es tanto.
Por: Andrea Ocampo.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Lata.

Estoy escribiendo en un ciber a esto de las una y media. El lugar está abarrotado de estudiantes de media con olor a sobaco y de cabritos chicos que juegan playstation. Se me quedaron las llaves de la casa dentro de la casa. Al llegar al pc, estaban esas típicas ventanas porno abiertas de los cibers en que chiquillos de la media suelen meterse. En fin, tengo hambre e imagino un agujero en la guata, así como grande. Ando paseándome con el WISC y ya veo que uno de estos niños que por intentar hacerse el interesante trata de robarmelo, pero supongo que le iría mal, supongo.

Odio que siempre se me olviden las cosas, que se me olvide sacarle fotocopia a la hoja de respuesta del manual, el cual había fotocopiado en la U, odio que se me olvide preguntar algo que era importante, que se me pasen los detalles y que se me queden las llaves en la mesa, olvidadas. Odio que la gente sea tan pero tan impertinente y que no entienda -o no quiera entender- lo que uno le dice.

Mi desayuno consistió en un par de panes con mantequilla junto con jamón de algo (¿De pavo?). Pero al final todo lo bueno del desayuno y del único momento de distensión que poseía durante la mañana se fue al tacho de la basura porque me apuraron para salir y por eso olvidé hechar las famosas llaves, y los lentes además, por lo que me dolió un poco la cabeza y tengo esa típica pesadez mía que me obliga a tomarme el rostro con las dos manos, porque se me cae. Y dios sabe que una de las cosas que me descomponen es que justamente me apuren en MI momento de desayuno.

Me carga ser tan neurótico y tener mala memoria, porque gracias a eso no puedo aprenderme los criterios de suspensión del famoso test y tampoco se -porque se me olvida- desde cual ítem empezar dependiendo de la edad del evaluado. Esto de que se me olviden las cosas hace que por lo general mi humor decaiga hasta el inframundo y quiera correr frente a un vidrio y lanzarme sobre este para reventar en miles de pedazes sangrientos.

El otro día pensaba(mos) que ya estamos entrando en esa típica recta vital de todo estudiante de alguna carrera medianamente seria en que parte de la vida se te consume porque tienes que viajar hacia los colegios (que sólo por casualidad, queden en el extremo opuesto de la ciudad), o porque debes redactar el informe conciso con las palabras precisas y porque es una obligación imperiosa el tener que ir presentable, lo que se entiende algo ligeramente formal (casi con camisa y zapatos) , dejando de lado el libre albedrío de cada uno. Y lata, porque ahora uno se despierta con sueño y se acuesta cansado, la líbido no alcanza ni para sublimar en ponerse de pie o para poder terminar de leer el libro que tienes en el velador hace como un mes, a estas alturas ya lleno de polvo por la falta de cuidados domésticos, propio de estudiantes medios estresados que deben y quieren rendir porque estudiar en una universidad implica plata. Entonces, entre el bullicio de la micro que va a parar al miraflores, entre las respuestas de una niñita que sonríe mientras dibuja a una familia imaginada -y proyectada-, entre la clase de algún profe pink y sus trabajos grupales cero aporte -o nice pick, como prefieras-, te das cuenta de que tú vida y las cosas que a ti te importan se pierden entre lo que tú crees que te gusta. Y lata.

viernes, 5 de octubre de 2007

29.

Ayer soñé con un caballo de dos cabezas y un unicornio.

Ayer me ofrecieron golpes.

Ayer entrevisté sólo a dos personas.

Hoy tengo un chichón en la canilla.

Hoy, cuando venía de vuelta a mi casa, vi en una camioneta que una tipa le hacía un mamón a un tipo, o sea, un "wena naty".

Hoy leí harto.

Mañana me harán un fashion emergency, para parecer más formal y ad-hoc a mi edad.

Mañana seguiré leyendo.

Creo que sí.

Soy enojón, soy melodramático, y me alegro tan rápido como me deprimo.

Pero trabajo en ello.

Creo que no.

Creo que nunca hice la cimarra, nunca fui popular en el colegio, liceo y tampoco espero serlo en la universidad, y a estas alturas tampoco me interesa. Tampoco fui el centro de atención, pero creo ser un buen amigo.

Creo que, recordando, lo más parecido a la cimarra fue haberme ido corriendo después de clases para ver los power rangers, pero eso claramente no es una cimarra.

Tampoco nunca me pegaron en la escuela, por suerte.

Tampoco alguien se sentó conmigo los primeros días de segundo medio -o tercero- y desde antes intuía que una buena amistad es difícil de encontrar y cultivar, a pesar de que entregues mucho de ti.

Hace unos días supe que lo que uno encontraba condenadamente interesante y divertido en una persona, se puede transformar en una apatía que refleja tanta superficialidad como la nata de la leche.

No entiendo -bueno, en realidad sí- como uno puede tener percepciones que cambian tan rápido.

Creo que también muchas veces me niego a cambiar, me niego mi propio progreso y eso es en parte por mis propios miedos, por las experiencias pasadas y porque también soy cómodo.

Pero a diferencia de muchos otros, puedo reconocer en mi que nunca, o casi nunca me doy por vencido, eso es algo y a la vez harto.

Aunque tenga cara de poto.

Pero yo tengo una sola cara.

Aunque no me favorezca mucho.

Pero nadie es perfecto.

Creo.

miércoles, 3 de octubre de 2007

28 (Del).

Del diario de una Anoréxica.

"Ya no quiero que este cuerpo FluCtÚe.
Quiero que lo que se ve en aquel espejo adelgace.
mientras la piel se me seca y los pechos se me hunden.
No quiero que mi abdomen voluminoso se haga patente a la vista.
Mientras boto la bandeja de la comida a una bolsa de plástico,
escondiendo su fétido olor en el armario.
Cuando se hace un agujero en mi estómago,
mientras me acuesto sin fuerzas en el respaldo,
rescatando lo poco que queda de este cuerpo
de esa gordura que me impacta,
que me araña,
que me desagrada,
que me mata,
que me desangra".


Del diario de un Agorafóbico.

"Todo comienza entre personas
que me desagrada que me toquen,
rozándome,
hablándome,
preguntándome,
apretujándome,
mientras comienzo a sudar como un cerdo inmundo,
que está pronto a su descuartizamiento.
Que está prohibido ver el show más allá de mis huesos,
que tiritan y transpiran,
se agitan y gritan
que piden por soledad
mientras alguien te pregunta por tu bienestar,
en medio del conglomerado,
de visitantes
que me alarman,
y que miran
y me observan,
como si algo hubiera dicho o hecho,
mientras

c
a
i
g
o
hacia el suelo."


Del diario de una Bulímica.

"Cabalgo desde el sillón de mi departamento,
hacia un mini-market perverso,
pagando sin sorpresa las ramitas, los queques y las papas fritas,
que se asoman desde el envase
hacia mi centro, mi abdomen vacío,
que propugna sin contemplaciones
lo inerte de la situación,
cuando todo se pierde,
cuando todo se muere,
mientras trago con esfuerzo
todo lo comprado con esmero,
como si con la rapidez
recobrara la lucidez,
de este instante que se va lejos,
mientras me dirijo al baño y cierro la puerta con pestillo,
y me tomo el pelo con un cole negro,
uso dos dedos y los meto adentro,
mientras miro el techo blanco y callado,
quien es testigo de que todo lo tragado ahora sea vomitado,
mientras escurre el ácido que corroe lentamente mis dientes,
mientras todo cae por el water, salpicándome,
con agua y restos varios,
mientras caigo a la baldosa,
que se acostumbra,
a que me bote en el suelo,
como un saco seco,
mientras espero,
poder entender todo esto,
y no abrir la ventana y escalarla,
y gritar a los cuatro vientos que estoy harta.
Mientras me enjuago y limpio todo esto,
como si fuera un crimen que cometí a la brevedad,
pero la verdad,
es que esto es sólo una enfermedad."


Del diario de un Depresivo.

"El mundo es inmenso,
pero yo me siento pequeño,
insignificante, grotesco
ojeroso y rabioso,
mientras los días transcurren
yo me muevo lento y en silencio,
y duermo entre lamentos
que al despertar son gemidos y a veces gritos
cuya pregunta es saber en dónde se escondió la paz
que servía mientras caminaba
y te tocaba
y me tocaba,
y quería
y me querían.
Sentirse abandonado y solo
sin lugar al que pertenecer
mirando el suelo
esperando que se apiade y me trague
para finalmente descansar y poder pensar
con calma
dónde se escondieron las risas y las esperanzas
las dichas y las proezas
mientras las añoranzas las reemplazaban,
junto con las quejas y las espaldas arqueadas,
y las noches en vela
que se ciernen interminables
mientras tratas de entender
qué hiciste para tener que palidecer y finalmente perecer,
secarte como si fueras una hoja seca
mientras el mundo se aleja
mientras la gente vive su vida
y tú vives la tuya
aunque te muestres indolente,
(y en el fondo ausente)."

jueves, 27 de septiembre de 2007

27.

"La timidez impide abrir las profundidades de la propia personalidad a los demás; por eso, la mayoría de las amistades que he entablado en los últimos ocho o nueve años años son más bien fortuitas. Esto aumenta mi sensación de soledad, y termino sintiéndome un poco idiotizada. Acabo de llamar, por ejemplo, a una amiga muy querida -y muy exigente- que vive en Virginia Occidental y que me pide explicaciones por no haberla visitado desde que tuvo su bebé. ¿Qué podía decirle? ¿Qué me habría encantado hacer el viaje pero estaba demasiado ocupada tratando de mantenerme lo más lejos posible del hospital? Es algo tan humillante, tan degradante... Si supiera que no podrían descubrirme me encantaría mentir, inventar algún cáncer de poca gravedad que pudiera remitir y desaparecer, es decir, algo que la gente pudiera entender y que no inspirara temor e incomodidad."

Laura Anderson.

domingo, 16 de septiembre de 2007

26.

Estoy comiendo mote con huesillo. Y debo comentar que está delicioso. Lo hizo mi progenitora en el día de hoy. No es que sea patriota y que sepa bailar cueca y que vaya a las fondas, todo lo contrario, no me considero patriota, no hice el servicio militar pues me lo saqué con mi maltrecha carrera de estudiante universitario y hay pocas cosas que me carguen tanto como ir a una "fonda", pues el máximo grado de socialización que alcanzaría se produciría cuando comprara alguna empanada. Me carga la idea de pensar en que el cocinero no se lava las manos para cocinar, o que se rasca ciertas partes de su cuerpo -como el pelo; ¿Qué pensaban?- mientras ensarta la carne de pollo en el anticucho. Ahora que menciono Anticucho, me acuerdo de una compañera que decía "antigato", y aunque las primeras veces que oyes eso puede ser casi gracioso. De los labios rechonchos de mi compañera hacía a los que la escuchaban que se preguntaran -o al menos yo me preguntaba- si su C.I. era lo suficientemente agresivo para estudiar una carrera universitaria. En la actualidad estudia, pero para el bien de mi autoestima intuitiva, le ha ido ahí no más.
He pasado casi todo el día en mi pieza, y no se si eso está bien o está mal, o es un acto completo de desadaptación social o es un caso para analizar en Psicopatología. Lo que pasa es que funciona para mi: veo algo de tele, leo otro poco y más tirado para la noche empiezo a teclear, bajo solamente a comer y a ir al baño. Mi padre dice que soy un ermitaño y yo lo miro con cara de gato mojado, porque siempre me lo refriega en la cara cada vez que puede. A lo mejor le hubiera gustado que hubiera sido futbolista y que me hubiera gustado andar persiguiendo una pelota, se que le hubiera gustado eso. También le carga que lance dardos contra las personas, y se que también le hubiera gustado que hubiera sido más amable con el prójimo, así como más sociable y más simpático, pero es lo que hay, solamente. Ya no fui muchas cosas que la gente quiere o quiso que sea, pero al diablo, todo el mundo se hace ideas sobre el resto de las personas y espera que actuemos como ellos lo esperan, pero eso es caer, y bajo. Este otro (mi padre) siempre dice que "la gente es como es", y siempre lo usa cuando tenemos esas conversaciones de padre e hijo cuando se me acaba la pila del pendrive. A estas alturas, ya hay pocas cosas que me sorprendan de la vida y de la gente, a lo mejor por eso no aspiro a relacionarme con el vulgo. Ahora me acuerdo de un par de amigas, y de como a través de una recreación verosímil se saludaban tan rosadamente un día que fui, y entre que me dio risa y me dieron ganas de pensar en como sería mi vida si fuera un cariñosito más, es decir, alguien convencional, sin ideas propias y típicamente como alguien de mi edad, porque en el fondo de mi existencia, creo que soy distinto al chico de veinte años promedio. Esto no quiere decir que sea distinto para bien, porque entre tantos defectos, me pesa no poder hablar y decir todo lo que creo, o entrar con la naturalidad de un universitario para entrar en una conversación de universitarios. Que decir de las fiestas, porque no tomo, no fumo y me lateo como una vaca mientras el resto puede sociabilizar súper hiper fantásticamente. No se cómo con algunas personas -las cercanas- puedo hacer monólogos, contorsiones y generar ideas que fácilmente saquen carcajadas. Con otras personas apenas puedo saludar. Que lata, y dale con la inhabilidad social, pero si no te gusta deja de leer y anda a la página de Disney world, porque los conflictos son reales con personas reales. Esto me salió como si fuera un reality show o alguna porquería similar, como MTV. En realidad no se para dónde se dirige esta cargada en mi blog, sólo me picaban los dedos como se que a mucha gente le pican sus dedos, porque hay una cantidad e-x-o-r-b-i-t-a-n-t-e de miles y miles de blogs around the world, y eso quiere decir sola una gran verdad: La gente del planeta tierra se siente sola. Porque no me vengan a mi a decir que es sólo un afán expresionista, o una nueva forma de sentir, y/o de hacer amigos y/o de generar una tormenta de ideas, muy en boga hoy en día, ni siquiera para ligar, porque para eso está el chat. Sólo es un afán para abrir las ventanas y dejar que conocidos y desconocidos tengan un chance de entrar en intimidades ajenas, y de conocer sin caretas (o rostros) las realidades que uno quiere mostrar trazando una línea entre lo privado y lo compartido, aunque a estas alturas esa línea sea tan, pero tan difusa.

jueves, 13 de septiembre de 2007

25.

Hay una boca a la cual se le ven los dientes, los cuales muelen papas fritas mientras mastica.
Se ve la lengua mojada y con sal, mientras a la boca le siguen llegando papas fritas de corte Americano. El paquete que las contiene se está acabando. Quedan tres papitas, una grande, una pequeña, una quebrada y unas cuantas migas.

La primera.
"Madre que nunca me entendiste y que cuando me pariste expulsaste al engendro que no debió haber nacido porque lo hizo prematuro y aún así te empecinaste en que viviera. Eso no se hace porque bien se sabe que los niños que viven siendo prematuros luego muren de aburrimiento, de soledad y de abandono porque las cosas no siempre suceden como uno quiere que sucedan, aunque le pongas empeño las cosas tarde o temprano acabrán mal y ahí la cría prematura terminará comiendo papas fritas sobre la azotea de un edificio de treinta pisos pensando si debe saltar o bien si debe comer las papas fritas en silencio pero llorando. No sé cuál fue ese gusto que te diste en arruinarme la vida que se supone estabas destinada a protegerla, dejándome en piezas oscuras y no satisfaciendo mis necesidades orales, porque bien sabes que como cualquier otro bebé necesitaba que me dieras afecto y que me sujetaras las manos mientras intentaba caminar, y no que te echaras en tu cama hedionda de perfumes con tu depresión post parto para llorar por la vida que te tocó, y sobre la cual no pudiste -o no quisiste- hacer nada. No se porque siempre fuiste la persona más quejumbrosa que conocí en el mundo, me arruinaste la existencia pudriéndome como si fuera la manzana sana que está al lado de la que está podrida. Y ya sabes que deberías haberte muerto de los podrida que estás. Pero no, estás ahí con tu cara estirada y llena de cremas caras con cirugías que bien podrían servirte para enriquecer tu hueca cabeza de nabo que tienes ya toda húmeda como si fueran cloacas que albergan puro líquido cefalorraquídeo, pero no, sigues aquí, entre nosotros".

La segunda.
"Padre que nunca estuviste cuando te necesité y que nunca me apoyaste en nada, eres sólo un abejorro que se acuesta con las abejas reinas para luego engendrar proles de hijos no reconocidos, eres la cara visible de un mundo insensible y que exclama y ríe cada vez que la gente como yo intenta hacer algo más con su vida. Odio que alguna vez te quise, odio esas tardes de invierno que esperaba tu llegada mientras tú estabas acostado con alguna secretaria puta y barata con las que te sueles acostar, odio que siempre preguntara por ti mientras nosotros no te importábamos a ti, te odio hasta la última célula de tu existencia que arruinó a cada paso los intentos que yo hacía por tener y experimentar una vida más digna y llevadera en este infierno que llamamos mundo, pero ahí estabas tú para estropearlo todo y con tu macilenta y horrenda nariz penetrar en las cosas, en los asuntos y en las vidas que no te correspondían. Tu vida no era mucho, pero hacías esfuerzos sobrehumanos para hundir en el barro a quienes te rodeaban, eras como un virus que se extendía por vidas ajenas para finalmente acabarlas. Me das tanto asco, que espero que finalmente un bus te atropelle y te desintegre mientras te desparrama por el pavimento".

La tercera.
"Hermanos a quienes todo se les hizo más fácil y llevadero: Ojalá que en sus seguras y cómodas vidas puedan engendrar a algún ente que sepa llevar la maldita carga genética de esta familia que lo único que ha hecho es surgir a expensas del resto. Que sus hijos no paguen el precio por nuestra generación que presenció como nuestro apellido se hacía cada vez más imponente a punta de exprimir pulmones ajenos, vidas arrebatadas y sueldos míseros. Espero que alguna vez en ese globo que usan como cabeza puedan recordar a todas esas empleadas que nuestro padre violó y maltrató y luego echó para evitar malos entendidos. Espero que alguna vez se arrepientan de haber abrazado a ese hombre que tanto daño le hizo a nuestra familia, que vendió nuestras almas al diablo para tener un techo y portón eléctrico con cámara, porque detrás de ese cuadro en el que estamos todos inmutables ante el fotógrafo, siempre hubieron cosas que decir que se callaron y secretos compartidos por todos y comentados por nadie. ¿A dónde se fueron esas sogas que se instalaban en nuestros cuellos para que fijáramos la vista en otros lados no obvios mientras esto, -lo obvio- estaba ocurriendo frente a nuestros ojos?, ¿Habremos sido alguna vez inocentes si presenciamos esas cosas que ustedes y yo sabemos?¿Podremos alguna vez dormir en paz sin que las imágenes que vimos en ese campo nos persigan?, ustedes pueden descansar bajo el alero de sus trabajo de lujo, de sus secretarias de piernas largas y de sus laptops y tantos otros artilugios superfluos, pero tarde o temprano los fantasmas de aquellos a quienes pisoteamos volverán y nos llevarán a la hoguera por ser testigos mudos y aún más, de obtener lujos por ello. Así que, hermanos, ustedes también son igualmente despreciables, ojalá nunca más me vuelva a topar con sus existencias exitosamente vacías".

las migas.
"Gente. Personas que estuvieron cerca de mi y que a veces caminaron mis pasos. Personas que hicieron una fugaz aparición en mi vida cancerígena. A algunos de ustedes tengo que darles las gracias, porque intentaron evadirme de mi existencia cuando todo me recordaba a esa casa de campo que estaba atestada de muerte y mierda. Algunos de ustedes realmente se aprovecharon de mi dolor, pero se que eso ocurre en todas partes. A lo mejor mi apellido y quien se supone que soy les reportaba alguna regalía; pero conmigo se equivocaron, porque trato a cada segundo del día no ser como mi familia maldita en la cual no escogí nacer. Aquellos que tuvieron un genuino interés en mi, ya sea por curiosidad o por simpatía, supongo que pudimos haberlo pasado mejor. Lástima, pero este es mi fin, porque desde esta azotea ya no hay vuelta atrás".

Apoya su mano envuelta en saliva y sal. ya no queda nada más que comer, tiene el estómago algo lleno y sus pasos terminan en un vértice sobre el cual se pueden apreciar autos que vienen y que van, personas comiendo helado y gente con bolsas de compras. Por un segundo todo pareció haber cobrado la imagen de una foto, de una postal, digna para vender en alguna plaza mientras el vendedor toma fotos a niños sobre un pony falso. Abajo la gente era escasa, y así lo prefería, no quería arruinar más vidas de las que ya había arruinado. Su camisa flotaba por el aire frío que estaba a su alrededor, invitando saltar a quien estuviera ahí. Sus pupilas estaban agitadas y el aire entraba profunda y hondamente por su nariz. Ya no quería hacer más daño y no podía vivir en paz teniendo tantos secretos en su cuerpo, porque ya no quedaba espacio para ni uno más.

No.
Decidió no saltar, porque entendía que ya estaba muerto, y mientras se negaba a saltar, entre el espacio de sus pies desnudos y el aire que conducían a la nada, comenzaron a caer gotas provenientes de ojos que ya estaban cansados de ver y de recordar. No decir. Nunca nada, ese había sido el lema familiar y personal, que se tenía que ejercer al pie de la letra como la misa de los domingos. No decir, aunque se tuvieran retratos familiares perfectos y vidas personales lejos de serlo. No decir lo acusable, lo detestable y lo denunciable. Vivir con culpa y con pesadez en los hombros. Ese silencio tan sutil que nadie detectaba pesaba como millones de palabras sobre los hombros y gritaba como miles de animales enjaulados. Por eso había decido subir, dejar todo atrás excepto de un paquete de papas fritas y disfrutar de un momento continuo de plenitud que no había podido resucitar desde que nació.
Pero ahora se baja del pedestal y cree que no tiene nada. Que el mundo ha vaciado sus entrañas y ahora le pide la cuenta sin que tenga nada que ofrecer salvo culpas y recriminaciones. Menospreciando a su familia por todo el mal plantado en el mundo como semillas putrefactas, esperaba poder quitar esa misma semilla de su propia naturaleza, de su pecho como si fuera un tumor extraible para poder decir que era diferente a ellos, y desde ahí remar contra la corriente que ahora era un río indomable que invitaba a la autoeliminación. Sentía que no podía, pero en lo recóndito de su ser, se sabía alguien diferente, y eso ya era algo, muy poco, pero algo.

lunes, 10 de septiembre de 2007

24.

Tengo un dolor de cabeza aguantable, pero es el mareo lo que me reduce a no ir a clases. Bueno, el dolor de cabeza también. Eso y que me encantaría ir a comprar una sierra eléctrica para ir a rebanar mis vecinos con su C.I. de treinta. Ella es casi una amiga de mi mamá que me carga, y él, su hermano, escucha reggetón todo el día, desde Don Omar, a Daddy Yankee, (no me sé más nombres de esa basura musical, si alguien sabe, no dude en escribir). A todo esto le sumamos el perrito de mierda que no para de ladrar por todo lo que se mueve adelante del cerco en el que lo tienen. Ponen música a la una de la noche, justo cuando me estoy quedando dormido, y los que me conoces ya saben CUANTO me cuesta quedarme dormido. También ponen música a las diez de la mañana, a las dos de la tarde y también a las cuatro y a la seis de la tarde, o sea, durante todo el día. He pensado seriamente en tirarle carne con vidrio molido al can ese, porque no hay cariño animal que pueda resistir a ese intento de poodle ladrar y ladrar, es un perro histérico que debe ir a terapia, o en su defecto, debe ser puesto a dormir. Mis ojos están inyectados en sangre por culpa de esta gente de mierda que además tienen un pésimo gusto en lo que ha música se refiere, así que ahora es turno de mi venganza, puse mis humildes parlantes a todo volumen, cerré la puerta de mi pieza para no despertar a la doña de mi madre y voltear (los parlantes) para que el parsito de hermanos huecos se coman todas las molestias que me causan por el sólo hecho de compartir una casa pareada. Si yo no puedo descansar -porque ya no pude- al menos no me iré solo al infierno, me llevaré a ese par de engendros que sin duda nada aportarán a la humanidad. Esto fue como una catarsis, y sí, lo fue, porque prácticamente en todas las casas en las que he vivido, he lidiado con muchachitos y muchachitas que para mejorar su autoestima y encontrar su centro, hacen explotar las paredes de la casa vecina con los súper parlantes y los subwoofers, y yo, he pasado desde la máxima resignación, cual madre Teresa, a tirar las zapatillas a la pared para que el par de sapos c*lios tengan la mínima decencia de bajar su shit de música, ¿Y qué creen?, no lo hacen...voy a comprar algo.

martes, 4 de septiembre de 2007

23.

Hoy pasaron varias cosas, pero no es mi intención ser literal.
Tampoco me interesa ser conocido ni famoso. A lo mejor sí reconocido, pero eso es algo distinto.
Hoy me dí cuenta de que hay muy pocos que intentan ser reales, personas reales.
Hace tiempo que algunos de mis cuadernos se han abierto para miradas curiosas, incautas y cautas a la vez. No quiero que sea un cuaderno de tierra; no quiero que las apariencias y las ilusiones que nos da este mundo sean parte de mí, no quiero levantar castillos de arena. Hace tiempo que el conocimiento llama mi atención; hace tiempo que tomo la espada y la blando como si ya todo estuviera dicho, aunque claramente faltan cosas que entender. Hace tiempo que el aire está presente en lo que escribo, pero no creo -y no quiero- que mi paso por este mundo sea sólo algo mental, abstracto y alejado de todo, aunque a veces pareciera que así es. Podría tentarme entonces con un cuaderno de fuego, con láminas que son escritas bajo lenguas ardientes que reflejan la disciplina, con los bastos que todo lo transforman, aunque lo destruyan en el proceso. Pero yo disto de eso, porque no me transformo, sino que cambio (solamente). Mis palabras tampoco tienen tanta pasión, aunque a veces asumo la forma de un coraje cualquiera, de esos que encontramos mientras caminamos por una calle desconocida, de ese coraje que se necesita para escribir de repente, bajo el alero de esas miradas que ya mencioné. Hoy llovió de una manera descarada, pero todo ya se calmó y en esta noche hay silencio, una palabra que pocos conocen. Porque el silencio va muy unido a la soledad, y entre nosotros, tú y yo lector, te digo que la soledad está muy infravalorada. La mayoría de la gente necesita rodearse de personas, para evitar pensar en que harán cuando se encuentren sólo con sus pensamientos (y con su vida). Diría que la soledad escurre como la miel fresca y líquida cuando uno se acostumbra a ella y la aprecia con sus regalías, sólo cuando la has entendido y aceptado, de lo contrario se vuelve espesa, amarga y dura. El silencio y la soledad no va con la flama de lo exuberante y lo llamativo. Hago del anonimato un arte del que obtengo buenas ganancias que sólo comparto con quienes realmente sepan escuchar, comprender. Hay más que lo que pensamos, hay pozos de agua en los cuales nos sumergimos y no necesitamos de la compañía, aunque a veces creamos lo contrario. Existen los recuerdos, los sueños -con ojos cerrados o en vigilia- y las ensoñaciones. También hay magia en este mundo, aunque cada vez creamos menos en ella, y también hay emociones, como peces en el océano. Agua, gente de agua, de tierra, de aire y de fuego, mi cuaderno se escribe adentro de una caverna a la cual casi nadie puede entrar, porque así lo he decidido, porque lo que primero fue una imposición hoy en día es una opción, aunque a veces sea a regañadientes. Hoy, como tantas otras veces, vuelvo a escribir debajo del río en el cual se encuentra ésta caverna, hoy, me he dado cuenta de que mi cuaderno es de agua.

domingo, 26 de agosto de 2007

22.

Señora, no me mire con esa cara de vaca pronta al matadero, su idea de Chile realmente dista harto de lo que se quiere mostrar, o vender. Chile ya no es aquellos campos sobre los cuales los huasos corrían, tampoco es el verde frescor sobre los cuales se consiguen los machis sus hierbas; no señora, no sea mentirosa, porque Chile ahora es tecnología, Chile ahora es Pop, Kitch y también Snob, ahora hay para todos los gustos. Si ya no le gusta el patriotismo, ni las empanadas, ni los pajaritos, y si también le cargan las fondas puede refugiarse en los nunca bien ponderados malls, que son el antro para el gusto sofisticado, para la comida rápida y chatarra y también para las reuniones sociales de las pokemonas, de las pelo lais, de los flaytes, y de otras tribus urbanas. Señora, no me mire con esa cara de pena, porque ya no se la creo, hace tiempo que las cosas vienen cambiando y no me diga que no se dio cuenta, si hasta los negocios de abarrotes están peligrando, y en su lugar están proliferando los delivery´s, porque hacen las hamburguesas más ricas y sabrosas por un par de lucas, además, ahora también están llevando a la casa comida china, entienda señora que ya nadie quiere su cazuela o su charquicán, o sus porotos con rienda. Hace rato que la máquina del Mc´Donalds llegó para quedarse, incluso ahora están remodelando uno de sus locales, en avenida Alemania, porque a ellos "les encanta renovar", y bien sabe que frente a sus ollas llenas de sopa con aceite y trozos de carne, la gente bota a ojos cerrados por la inmediatez de las enfermedades coronarias con una cajita feliz de por medio. Hace tiempo que se puede vender el alma al diablo señora, no sé para qué va a misa los domingos si sigue pelando a la vecina que tuvo un hijo sin casarse o porque la escandaliza ver a dos mujeres tomadas de la mano siendo felices así, no vea la telenovela entonces po, señora. No me venga con manipulaciones, no va a ganar nada, usted y el puñado de gente de su generación es un retrato insípidamente feliz, pero sólo en apariencia, es como un retrato antiguo que está inmóvil y alineado, siempre con una máscara detrás de la cara, esperando que nadie note cuan sola se siente. Tampoco me manipule con sus lágrimas, de que ya no hay nadie a quien enseñarle el arte de las plantas, aquí la magia milenaria palidece frente a los poderes de la tarjetas de crédito y de las ventas nocturnas. ¿No ve qué acá todos somos felices?, deje de dar lata y vaya a ver su novela de las tardes, disfrute eso que le va quedando porque es una de las pocas cosas que no han variado con los años; a lo mejor los canales no cambian la programación porque hay muchas amas de casas igual que usted; deprimida y aburrida hasta el asco de su propia vida, incapaz de reinventarse como lo hacen los artistas que crean casi pura mierda y que ahora están en la cúspide de la vida. A lo mejor debería, no sé, ir a un gimnasio y meterse a un club de baile entretenido, que está tan de moda, ahora que salió por las noticias que los viejitos también salen a parrandear, que las cincuentonas y sesentonas como usted también pueden alcoholizarse y pasarlo chancho, bomba, dejando de ser tan gansa como lo es usted, señora.
Ah, ahora opta por no hablarme y voltearme la cabeza, está bien, yo no estoy diciéndole que usted esté mal, simplemente el mundo cambió con sus cosas buenas y malas, y para la gente como usted, la actualidad es algo incomprensible, demasiado compleja para su estrecha mente de campesina que se casó a los quince años. Ahora no se puede criar gallinas para vivir y tampoco se puede ser panadero para poder sostener a toda una familia, al menos no para poder brindarle una buena educación. No me venga con que la situación política está pésima, usted siempre tan bífida como una serpiente, hasta casi se convenció con Pinocho y cuando la gorda ésta subió a la palestra usted me refregaba en la cara que ahora las mujeres se reivindicarían, que ahora si que si, que aquí y la quebrá del ají, y justo ayer ya reclamaba que la vieja de mierda y la concha su madre que tiene tanto liderazgo como Allende cuando nadie lo pescaba al pobre, a pesar de ser un pan de Dios, según usted. Incluso hoy le encontraba la razón al diario cuando se mofaban de ella, de la saco de harina, de que creaba comisiones para todo y para todos, inclusive para los que no tenían comisiones, no sea hipócrita señora, no se pase pal bando contrario cuando su bandera está perdiendo, ¿No ve que eso lo nota la gente?. Usted también vivió con opulencia durante algún punto de su vida, y perfectamente fue capaz de soportar que al lado de una casa lujosa estuviera un vagabundo pidiendo plata, usted y sus aires aristocráticos de antaño, con ese collar con pelotas blancas que siempre tomaba con la mano izquierda mientras se paseaba por la casa como la gran señora que pretendía ser, ¿Y ahora que le va quedando de eso?, no me venga con que su vida fue sufrida, porque todos en el mundo sufrimos y nos sentimos solos, no sea halaraca y vaya a hojear a su Corín Tellado que harto bien que le hace, como que la compensa por unas horas, mientras todos tratamos de seguir con nuestras vidas; le haría bien leer esa porquería que nada le enseña. ¿Pero qué gano tratando de hablar con usted?, si ya es un árbol viejo y chueco que ya no va a enderezarse, por mucho que le muestre sus errores; se que me escucha aunque haga ruido haciendo supuestamente aseo, porque en la mañana lo hizo y ahora no hay razón para agarrar las sillas del comedor como lo hace; se que me está escuchando y su reacción es la más infantil que he conocido a lo largo de mi vida. Mejor ponga a su Violeta Parra, que la calma, ya que no quiere leer ni escucharme tampoco, pero le advierto que en su radio ya están sonando esos otros Parras colgados que no tienen gracia ni para tirarse un peo, todos viven de la pobre que ya está chata de cumplir diecisiete, estos otros son unos patanes que no le trabajaron un día a nadie y que tienen gusto sólo para crear pura mierda, pero eso ya lo dije.
Señora, cálmese, pondré a calentar la tetera -porque todavía no tenemos hervidor eléctrico- y luego podrá observar como avanzan las nubes por la ventana, sin que le de frío.

viernes, 24 de agosto de 2007

Poema barato II (Ausencia)

Tú eliges dónde escondes tus heridas.

Tú sabes dónde guardas tus manos.

Tú conoces los rincones de aquel cuerpo.

Tú escoges el lugar hacia dónde se dirigen tus ojos.

Tú sabes lo que se guarda entre el pecho, la carne y los huesos.

Tú conoces el lugar de mil batallas.

Tú sabes a dónde se dirigen mis pasos.

Tú visitaste el color de esas pupilas.

Tú eliges cerrar puertas que bien podrían estar abiertas.

Tú eliges la ausencia.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Poema barato I

Gente que camina.

Gente que se cruza.

Gente que se pasa a llevar.

Ojos de la gente, ojos de serpiente.

Gente que mira.

Tu mirada en mi.

Evitando tu mirada.

Querer mirarte.

Querer que me mires.

Querer ya nada.

Querer sólo descansar.

Dejar que el agua caiga.

Dejar que el agua ruede.

Leer entre líneas.

(Perderme en la letra chica)

Quedar solo.

Evitando tu mirada.

Perderme(te) mirando(me).

domingo, 19 de agosto de 2007

El loco.

En realidad no estaba conforme con su familia. No estaba conforme con lo que su padre le decía. No estaba conforme con lo que su madre quería. En realidad no estaba conforme con nadie de aquellos. Quería, en el fondo, escapar. Quería que su rostro chocara con el viento y sentirse libre sin las restricciones y las preocupaciones que lo aquejaban en aquel lugar que, siendo suyo, no sentía como tal. Contradicciones flamígeras siempre ardían en su cabeza, pero también en sus piernas que siempre querían correr cuando veía aquel portón abrirse de par en par para servir de receptáculo a aquellos flamantes autos que entraban sin pretensión alguna que la de ser excentricidades únicas. La vida en aquel lugar lo asfixiaba. La vida con opulencia lo trastornaba. Quería ver que había detrás de aquellas rejas electrónicas de más de dos metros. Quería conocer el mundo con sus propios ojos sin que hubieran intermediarios censuradores que cerraran sus pupilas. Un día, decidió simplemente escapar con lo puesto, resuelto en su mente, como si fuera una armadura de metal impenetrable, logró no retornar a lo que él llamaba su hogar sin vida. Así que simplemente caminó, resuelto, y sin armas con las cuales enfrentarse el mundo, siguió lo que él creía que era su camino; descubriendo que el mundo es un lugar ampliamante inhóspito, engañoso y serpenteante, pero a la vez también hermoso, y con ello, con sensaciones que lo embriagaban con fragilidad, extrañeza...y una extraña calma.

sábado, 18 de agosto de 2007

El memo.

Hola. Mi nombre es Andrea y es tan común como el de un pan con mantequilla hecho a la hora del desayuno que se quedó a medio comer porque quién me devoraba llegaba tarde a su trabajo. Tengo la cara más común, no soy alguien que llame la atención, pero tampoco soy molestada por la fealdad de lo común y de lo corriente. Mi nariz cuelga sin gracia entre medio de ambos ojos saltones y chillones como los de una rana. No tengo apodo alguno porque tengo el encanto de una pirámide de arena, que el tiempo se encarga de mermar. Tengo una vida sencilla siendo una cajera de un banco, por ello mi figura tampoco es la de una vaca preñada, pero aún así me siento insignificante, pequeña y vacía por dentro. Vivo sola, mis padres murieron hace ya muchos años, y no tuve más remedio que el de pagar por vivir. Todo en mi vida es perfectamente normal e incluso hay días en que rezo porque de algún sistema lejano, me llegue una bala perdida para terminar con mi intrascendente existencia. No tengo amigos porque trabajo de sol a sol en dicho banco que se alimenta de los huesos de quienes trabajamos para ellos, pero mi renta está hintachablemente pagada al día. No soy ni rubia ni morena, soy algo así como una dicotomía hecha carne, sin gracia entre los brazos y sin elegancia detrás de mi espalda. O eso creo yo. Vivo mi vida con la naturalidad de quien se sabe una cucaracha en el cuerpo de un humano. De vez en cuando me gusta escribir en un computador que está que se jubila, por lo viejo que está, y porque ya no le caben más virus dentro. Sí, a veces veo a hombres desnudos por la net, cosa harto normal para remediar al menos momentáneamente mi cautiverio laboral, porque al llegar a mi pieza, de noche, con hambre y cansada, no tengo ganas de conocer a nadie. Al menos ya me he acostumbrado a ésta rutina; una se termina acostumbrando a la soledad y a lo que de ella surge, como el uso indiscriminado de pornografía. Como decía, al ser una persona insignificante, puedo observar muchas cosas y pasar por alto en situaciones frente a las cuales la gente común no podría pasar como una pequeña garrapata invisible. A veces creo que en la noche algo me viene a visitar a mi cama. A veces siento que alguien acaricia mis piernas debajo de las sabanas cuando estoy a punto de quedarme dormida, otras veces, en sueños, siento la presencia de alguien que me acompaña; no sé si será "alguien" o "algo", pero creo que es más "malo" que "bueno", ya que ésta última semana creo que he sentido fehacientemente que unos dedos largos me rozan las piernas y suben sin pudor hasta casi tocarme la vagina. En fin. Obviamente esto no lo comento con nadie, porque sería encerrada junto a verdaderos locos, aunque he escuchado por ahí que los locos son los primeros en decir que son las personas más sanas del mundo. Y yo soy así, es decir, tengo la normalidad de una hoja de roneo, pero no me siento mal por ello, incluso he podido sacar provecho de ello. A veces me gusta imaginar a la gente como los veo en mis sueños: en blanco y negro. Todo transcurría con la misma apática normalidad de siempre en mi vacua vida cuando uno de esos monótonos días en la oficina, la gata Araneda me da más trabajo del que se merece un obrero de papel. Dijo que si no lo llenaba encontraría a alguien que lo hiciera más eficientemente que yo, y para finalizar, concluyó que incluso había gente mucho más capacitada y carismática que "ésta pobre muerta de hambre que tiene cara de perro con distemper", o sea yo. Ya no discuto, pero pretendo disfrutar de lo poco que me da la vida, o eso pensaba hacer cuando veo tropezar a la gata con un pliegue de la alfombra de la oficia en la cual almorzamos antes de que todo el mundo pague sus cuentas antes del último día en que vencen sus préstamos. Cayó mal, casi se dislocó la cadera -aunque es sólo una exageración, no sé si se podrá dislocar una cadera- y gritó como yegua pariendo a un becerro mutante de dos cabezas. Pablo y Guzmán, -dos obreros más- la fueron a parar, pero ella, jefa y déspota como siempre, casi los degolló por, según ella, "ser tan bruscos para pararla". Yo seguí haciendo el papeleo con la normalidad típica de quien se resigna a su futuro, cuando de pronto, a lo lejos, veo llegar un contingente de uniformados de oscuro -en realidad era azul oscuro, pero me gusta sólo el blanco y el negro, creo que incluso ya lo dije-, muestran sus identificaciones como si fueran un multipase
y se dirigen directamente hacia el cubículo donde se encuentra nuestra manda más. Malversación de fondos. Ese era el cargo del que la acusaban, mientras hacían contacto ocular directo con la perra (gata) en cuestión, tratando de adivinar si se iría a la cárcel por la buenas o por las malas. La mal llamada señorita tuvo la decencia de irse caminando con sus dos captores resguardándola por la espalda, sin siquiera tocarle su huesudo trasero, porque ella aseveró tener "la clase", la "elegencia" para poder sortear este tipo de impass con la frente en alto, "total, el que nada hace, nada teme", mientras todos los esclavos del sector uno salían de sus cubículos para observar dicho círco, yo estaba sentada en asientos de primera fila, viendo como aquella serpiente bella por fuera, pero podrida y mal oliente por dentro, era llevada hacia el auto para responderle a la mujer ciega con espada. No pude evitar sentirme bien conmigo misma, y tampoco pude evitarme sentir bien por la mala suerte de mi superiora. Eso me tuvo una sonrisa dibujada durante toda la noche mientras hacía la masa de un pequeño küchen de frambuesa para guardarla durante la semana e irmelo comiendo cuando llegara en la noche. Milagrosamente tengo un celular, esos de primera generación, esos ladrillos del ayer, que ahora son buscados mafiosamente por las compañías telefónicas para "reacondicionarlos" y ofrecer por una conveniente suma de dinero sus renovados servicios. Una hora antes de irme al trabajo, me llamaron a mi Nokia C-4XXX1 (el resto de los números ya se borró) y me pidieron que revisara aquellos papeles que la perra con piel de gata me había dejado. Eran miles y ya me suponían al menos dos días de acuciosa lectura, burocracia -que firmen éste papel, que manden a la sección B éste otro, que la cláusula ésta enredada, y mucha más lata- y aburrimiento. Faltándome mucho más de la mitad para terminar aquella pila de mierda hecha roneo, me tomó un sorbo de café y yo, con la agilidad de un hipopótamo, paso a botar la ruma de papeles que estaba en mi escritorio. Maldigo mi infeliz vida y comienzo la acérrima tarea de irlos levantando en el orden correspondiente, para no perder el orden, cuando entre aquellos papeles tamaño oficio, cae un pequeño papel tipo memo. Estaba sucio y mal escrito, o al menos borroso. Era de correos de Chile y en él, había el número de la caja con su contraseña correspondiente. Pregunta: ¿Debo guardar éste golpe del destino y jugármela?, o ¿seguir siendo una pobre puta insignificante ante la vida que me carcome y seguir trabajando bajo mi escritorio?, ¿Habrán millones de dólares escondidos o habrá dentro de aquel cofre algún arma?, ¿Habrán millones escondidos bajo un arma también escondida?. Interesante por decir lo menos. Pero eligo no tener problemas y dejo el papel entre todos los que están, total ya soy mujer vieja, hecha y derecha para andarme metiéndome en la vida de los demás como para más encima andar fisgoneandome y metiéndome en lo que no me importa. Además me pueden pillar. Ya, lo dejo entre medio de estos otros papeles y me olvido de ésto. Puta estéril, ¿A qué le tienes miedo?, ya, ya, filo, podría estar mucho peor.
Sigo trabajando hasta la una de la tarde. Hora del almuerzo: papas con trutro de pollo, Un asco. Jugo Yupi de naranja y su correspondiente servilleta. Vuelvo y hay una sorpresa: El papel está sobre el teclado del computador. Abro los ojos como una mosca en celo y giro en todos los grados que puedan existir para ver si alguien tuvo la idea de hacerme ésta jugarreta, pero no hay nadie, el más cercano es Pablo y él no lo habría hecho porque tiene la inteligencia de un maní, e incluso el maní es más inteligente que él. No, Pablo no pudo haber sido. Me siento nerviosamente tratando de parecer lo más tranquila posible y casi boto el resto de café que ya está helado para ese entonces. Se que como actriz soy mejor cajera bancaria. Los nervios me comen viva y casi siento que boto el pedazo de pollo por el agujero más inmediato. Tomo la decisión de salir de mi lugar de trabajo, pedir mi día libre que no pido durante la década que trabajo en este basurero para ricos y largarme a la tranquilidad de mi pieza. Con el memo en mano.
Sí, soy una puta transigente, miserable y de la misma calaña que la gata Aravena. Sí, me gustaría tener más dinero que el que obtengo en mi mísero salario de empleada de un banco que nunca sabrá todos mis nombres. Sí, estoy acostada y junto a mi está el memo, como si estuviera compartiendo la cama con un hombre luego de haber fornicado con él. Ahora si me voy presa, y adentro de la cárcel seré violada hasta por las ratas que las poblan. Pero no si me apresuro a ver que mierda hay en esa cajita de la conche su madre de esta perra que casi me partió el pescuezo de tanto trabajo extra-horario que me dio con una sonrisa vil en su rostro. Parto en mi bicicleta (abaratando costos) y casi chocó con dos autos, armo un taco para atravesar una calle imposible y luego pedaleo más fuerte para que una jauría de perros no me coma viva. Llego a Correos de Chile, le pongo cadena a mi destartalada bicicleta y verifico el número del casillero y la clave para poder acceder a él. Entro con la naturalidad de un carnero frente a un matadero y busco hasta encontrar el casillero que me puede hacer famosa para luego hacerme huir hasta las islas Galápagos para vivir mi vejez. Se acerca un guardia directamente hacia mí. Mi desodorante me abandona, intento hacerme la de las chacras. El guardia se moja los labios, yo estoy a punto de irme sin nada, el guardia está a solo unos pasos de mi, yo abro el casillero y me retiro mirando el suelo.
-"señorita"- dice el guardia treintón.
Yo no miro a nadie, o miro el suelo mientras camino con las carnes trémulas.
-"¡señorita!," exclama el guardia y yo ya no puedo hacerme la loca, porque cualquier otra omisión sería algo grave, levanto la miraba y me volteo con la sensualidad que tiene un vomito seco a plena luz del día.
-"señorita, tiene que tener más cuidado con sus pertenencias, su bicicleta es un blanco fácil para los ladrones, aquí hay que tener mucho cuidado... por cierto, ¿Se iba dejando su casillero abierto?".
-ehh. ¡Oh!, pero que descuidada soy, lo siento harto, la verdad, es que ... justamente iba a mover mi bicicleta a otro sitio más seguro, pero mi memoria es tan mala que apenas se lo que comí en el desayuno.
- Tiene que ser mucho más cuidadosa, aquí se han robado muchas bicicletas y han tratado de quitarle las llaves a los usuarios; antes, cuando todavía no usábamos los casilleros con el sistema de cerradura-número, ¿Cómo se llama eso?, tienen un nombre en realidad, bueno, no lo sé.
- Lo tomaré en cuenta, gracias.
"pero mi memoria es tan mala que apenas se lo que comí en el desayuno", cómo se te ocurre decir semejante idiotez, por eso estás como estás, perra inútil, por eso trabajas en un banco de sol a sol, y por eso hasta Pablo ha avanzado más rápido que tú en ese cuchitril de bazofias, ¡Aprende a pensar, lastra!.
Bueno, aquí estoy, revisando algo que no me corresponde y que, sinceramente espero que valga la pena que deje acumulado más trabajo para los próximos días, que valga la pena el choque múltiple que casi provoco, y que valga la pena meterme en el forro en el que me estoy metiendo.

Ok, voy a vomitar.
No son los millones que pensé que estarían escondidos, tampoco hay un arma escondida y menos aún un fondo falso que me lleve indirectamente al botín. La verdad es aún más dura de lo que imaginé. Hay una bolsa de papel. Dentro de ella hay una mano cortada.

17

14/08/2007.

"He estado enfermo desde hace dos días aproximadamente. O desde hace aproximadamente dos días que ya no puedo controlar mi cuerpo. Se encoje para luego expeler mareas de mocos que siento danzar dentro mío. Es decir, estoy inmunodeprimido. Ayer repetí por más de dos horas una disertación de dos minutos, para esa profe a quien le tengo un miedo mortal. Finalmente, se me olvidó la mitad de lo que quería decir, aunque una fuente cercana muy confiable me asegura que dicha docente se excitaba a medida que recitaba los números de los artículos y de los años y de las leyes que sepulté bajo mi cerebro para que por fin saliera artificialmente natural. Sentía que los músculos de mis piernas se tendían a agarrotar, que mi voz se entrecortaba y que mis pensamientos se atropellaban unos sobre otros, ensañados sobre aquellas palabras automáticas que estaban esperando por su fallido debut. Aún así creo que convencí al proletariado.
Pensando ahora en aquellas cosas que siento internamente, pero que no se ven externamente, tengo algunos puntos importantes que no sé si podré aclarar algún día:
Primero: Hay muchas cosas que no soy y que me gustaría ser.
Segundo: Hay muchas cosas que soy y que odio de principio a fin.
Tercero: Hay pocas cosas de mí que me agradan.
Cuarto: He sembrado muchas tierras para no recoger nada.
Quinto: Siempre tengo cosas que opinar aunque no pueda decirlas."

Hoy, a algunos días de leer mis palabras, debo confesar que: Sigo igual.

jueves, 16 de agosto de 2007

Haciendo hora pesao pa´ laboral.

1. Un color: Rojo.
2. Un sentimiento: varios.
3. Una fruta: apple.
4. Un verbo: dormir.
5. Un mueble: la cama.
6. Una palabra: Ah!
7. Una bebida: Jugo.
8. Una estación: Primavera, ya no me gusta la lluvia.
9. Un mes: Agosto.
10. Un dia: Viernes.
11. Un número: 3.
12. Un paisaje: El de las pinturas.
13. Un elemento: Agua.
14. Una parte del cuerpo: Los ojos, los hombros, la curva de la espalda, el mentón.
15. Un coche: un Skooter.
16. Un olor: Incienso.
17. Una sensación: La calma.
18. Un país: Canadá, Australia, Madagascar.
19. Una canción: Alguna de Fiona.
20. Una flor: ehh... no recuerdo ni una.
21. Una locura: Hace tiempo que no hago una.
22: Un pensamiento: "Me decepcionaste".

jueves, 9 de agosto de 2007

15.

Querido Blog:

Ayer fue un día como tantos otros: Comencé mi día sin haber terminado el anterior, es decir, tuve una noche de insomnio y de sueños cortados por la culpa de mi gato que me aullaba cuando me quedaba dormido, y también porque mi guatero por primera vez me juega la mala pasada de asfixiarme como pollo al espiedo; es decir, comencé el día totalmente cansado y con ganas de seguir encamado. Hacía un frío endiablado fuera de las sabanas, era casi satánico desprenderse de las ropas para darse una ducha por el peligro de morir congelado en el intento. Mi desayuno fue otra dosis de dolor auspiciado por mis parachoques que constantemente son remodelados para ajustarlos a mi cráneo cambiante; el punto álgido del desayuno es que no había café, y como buen adicto que soy a ésta droga legal, busqué por toda la despensa reclamando lo desconsideradas que son algunas personas por no guardarme una mísera cucharada de mi tranquilizante local. Lo sé, la vida puede convertirse en un infierno de un segundo a otro. Así que preferí freir leche fría en el microondas y ponerles de esas zucaritas de chocolate. Mis panes fueron a base de manjar con cubierta de crema de hace cuatro días; igualmente sabroso.
Puse mis primeros pasos en la calle y vi todas las posas nocturnas congeladas; ahí me dieron ganas de tomar fotos como enfermo, pero la hora apremiaba y además no me da sacar fotos cuando hay potenciales pululeos de personas a mi alrededor. Llegué a la Universidad y me dijeron que no había clases sino hasta las once de la mañana, pero estaba tan cansado como para rabiar al respecto y/o para deprimirme, así que esperé afuera, con un cubo de hielo dentro de mi nariz, mientras llegaba y llegaba gente. Después entré con mi amiga de los mil apodos y ahí conversamos y reímos mientras hacíamos hora para la clase de Clínica. Yo ya no me hago expectativas respecto a la vida universitaria, y en efecto, no me desilusioné ni me sorprendió ver una de las clases más aburridas que se han hecho en la historia de la humanidad. Otra entrevista a un psicólogo; hasta aquí, tengo dos posibilidades: O me cambio a periodismo y llego finalmente a SQP, o me salgo de la carrera y me quedo leyendo cartas en una pieza de dos por dos.
Tuvimos clase con la chica de piernas musculosas y nos contaron que estaba tan enojada que hasta chocó/se enredó con una puerta por estar tan emputecida por algo que no era nuestra culpa. Al fin supe que le caigo bien y que al parecer no me ve como un insecto insignificante que puede morir bajo un zapato o bajo el poder de Baigón, porque me sonrió afablemente.
Cuando la clase terminó ya no hacía tanto frío, y como muchas veces, nos fuimos riendo con mi amiga de los mil apodos hasta parecer mutantes sueltos en la calle. Es increíble cómo hasta el momento nos aguantamos si ambos tenemos un carácter fuerte (como la mierda) y no nos hemos destripado todavía. También es increíble que casi sólo con ella puedo ser más yo y hacer y decir lo que me plazca sin que me ataque la comitiva de la moral y las buenas costumbres. En fin, Me acostumbré a su compañía y a otras cosas que no son tan saludables.
Luego de eso, y de haber entrenado, me aguardaban sorpresivamente una hamburguesa gigantesca que comí hasta desfallecer por un ombligo que se me dió vuelta. Ahí volví a ver en las noticias lo atribulado del clima mundial, y que ahora, los shilenitos, también sufren por este tema, en especial los agricultores y los consumidores de vino.
Me reiría de no ser porque este es un tema serio que nos incumbe a todos, y como dice mi papá, estamos ad portas de otra guerra mundial (esto de tener complejo de oráculo es familiar), el objetivo del por qué iniciamos guerras y lanzamos bombas cambia - llámese pretóleo, posición geográfica y terrorismo- pronto nos descuartizaremos por "agua" dijo mi nunca bien ponderado progenitor, mientras me venía a dejar a una clases que según yo, juraba de guata que comenzaba a las dos y media, cuando en realidad comenzaba a las tres en punto. Este es el día jueves, y ésta cargada comenzó el día miércoles; en realidad el martes, porque doy cuenta de mi mala relación con Morfeo. Hoy es un día como tantos otros, estoy en el Doxer, con la aparición de cierta persona con sus aires de grandeza y con ese caminar tan grandilocuente que siempre lo caracteriza, aunque en realidad el tipo no valga mucho -y eso simplemente se nota-. Sí, llegué media hora antes de lo debido, y aprovecho de terminar este escrito que veo que no va para ningún lado, salvo notar que mi vida universitaria se remite en gran parte a la persona de los mil apodos, a hacer notar que pronto nos hundiremos porque los casquetes polares se derriten, o porque moriremos como cuando los niños queman hormigas o babosas con un espéculo; ahora a todos les importa el ambientalismo, porque ahora a todos les están sucediendo calamidades. También podemos morir de inanición porque las lechugas y las paltas no van a brotan por culpa de las nevasones, en fin, tenemos para escoger.

Querido Blog, Ahora ya no estoy en el Doxer, sino en la seguridad que me ofrece mi pieza, un lugar que bien me refleja. Aquí decido terminar este relato, narración, lo que sea, recordando que no me manejo bien en grupos, que abandoné esos vínculos pasados que a veces me caracterizaban; que no siempre avanzamos por donde queremos, que a veces, el camino se mueve solo y sin que uno lo advierta, como una rueda que se mueve lentamente, con gente arriba de la carretilla, como un cigarro que se está consumiendo, como un pastizal que se empieza a quemar, como el tránsito de mi casa a la U y de mi casa al kwoon, como un calentamiento global, como cavilaciones varias, como éste escrito.

martes, 7 de agosto de 2007

Fantasías.

- Soy un maestro agua.
- Puedo dormir sin guatero.
- Me se los nombres de las calles.
- Puedo mantener el orden de mi pieza una semana completa.
- Puedo dormir en cuanto apoyo mi cabeza a la almohada.
- Soy un referente social.
- Siempre se que decir.
- Se tocar la guitarra, el piano y además canto muy bien (y en inglés).
- Represento totalmente mi edad.
- Puedo andar en bicicleta sin usar las manos.
- Tengo baterías eternas para mi MP3.
- Mi estómago va a dar con un agujero de gusano, por eso siempre tengo ganas de comer.
- Hay zentraedis entre nosotros.
- Ganaré un concurso de fotografía.
- Seré el ayudante de Grof (me puedo conformar con eso).
- Jung me visitará en sueños y me ayudará en mi viaje.
- Me aprenderé todos los arcanos menores en un día.

FIN.

sábado, 4 de agosto de 2007

Aguas turbulentas (Y en donde terminas).

Ocurrió de improviso. Ella sabía el motivo del por qué estaba en esa habitación con él. Había inventado coartadas que ni ella misma se creía; así que de improviso y decididamente decidió sacarse la polera, a continuación se sacó los bluyens y luego de eso el sostén. Él en realidad no estaba sorprendido, y se dejó acariciar por esas imágenes que lo envolvían y prendían como si fuera lava volcánica. Ella sólo tenía su calzón blanco con bordes rosados y él tenía toda su ropa puesta, y sin embargo, algo anómalo brotaba bajo su cintura. Ella se acercó y posó su lengua entre los labios del hombre, entonces ambos sentían la respiración mutua del otro; finalmente, él la tocó y sus manos fueron a parar a su cintura, como queriendo resguardar aquello que se le ofrecía, no quería agotar todo el terreno fértil para cuando ambos se refugiaran entre las sabanas. Ella seguía jugando con sus labios y con los de él, hasta que el hombre cedió a sus encantos y respondió a aquella lengua con una boca abierta que dejaba que un músculo ajeno pudiera revolverse con el suyo propio. Ella tocó su camisa y en cierta medida se aferró a la de él, mientras lo desabotonaba lentamente. Ahora él estaba sin camisa pero con un pantalón y su erección. Jugaba con aquella prenda de aquella niña-mujer pasando sus manos por encima y por debajo, a la vez que lo sacaba y lo volvía a dejar en su exacta posición. Ella tenía sus manos por encima del pantalón, a la altura de su miembro. Su abrazo pronto se convirtió en una exploración de aguas turbulentas que hizo que ambos zozobraran en la orilla de la cama, que estaba llamándolos desde que ambos se conocieron; ahí ellos se perdieron, y se amaron, y se acariciaron; y se lamieron los ombligos; primero él, puso sus manos como si formaran un cuadrado en el ombligo de ella, como queriendo registrar un mapa que se había perdido hace tiempo; había marcado el camino para que la lengua no se perdiera en territorio escondido; y así fue como una lengua roja, grande y poderosa se paseó, humedeciendo la piel que pisaba, a la vez que ésta se agitaba en una especie de marejada sinuosa. Pero inevitablemente la lengua naufragó hacia abajo, y se perdió entre los gemidos de aquella hembra y sus manos que se aprisionaban contra las sabanas que ahora eran ahorcadas por su fuerza. La lengua bajó y se quedó estática por un tiempo, con sólo un ruido de fondo que era el acompañamiento para aquella ventisca. Pronto comenzaría a bambolearse en un ir y venir cada vez más violento, mientras que ambas manos desabrochaban el botón y bajaban la cremallera para bajar el pantalón y aquel calzoncillo que ya estaba algo mojado de tanto lubricar. Con un movimiento inesperado, ella logra darse vuelta para quedar sobre aquel que la estaba haciendo explotar de deseo. Quedó arriba de él y se juró que lo disfrutaría, y que él también. Pronto tomó con ambas manos el miembro del varón, y este, sorprendido, no dejó de mirar incrédulamente a aquella que en ese entonces era su hembra. Pero ella no cedió. Acercó su rostro y por fin introdujo su húmeda boca en esa estaca de la que brotaba energía. Comenzó como algo lento, tenía que acostumbrarse a la textura, al olor, al tamaño, mientras que él miraba el techo y abría su boca de par en par esperando de que algún modo eso hiciera menos rápidas sus agitaciones. Ella ya había tomado el ritmo y él no paraba de asombrarse de que aquella niña-mujer fuera tan buena con un hombre en esa situación. Finalmente, la lengua de ella descansó en el ombligo con pequeñas curvas de él. Su piel morena, ahora estaba cubierta de sudor y de ardor; mientras que ella se alejaba y se apoyaba en la cabecera, y como si fuera un elástico de cuerpo entero, abrió sus piernas de par en par, para el deleite de su amante, que no dudó en acercarse y de inyectar, sin cavilaciones, todo su miembro erecto. Ella se crispó de miles de sensaciones; mezcla de dolor inicial con sensaciones placenteras más bajas al orgasmo que se acentuaron con el ir y venir de aquel hombre. La cama se mecía y ya parecía que las tablas no iban a aguantar aquella tormenta que se desataba por encima de ellas. La que se hacía mujer ahora tenía un dedo de él en su boca, mientras ambos se miraban fijamente mientras eran uno solo. También los gritos y los gemidos se unieron y se volvieron uno solo, aumentando de intensidad hasta que en un momento infinito, todo cesó. Y ahí quedaron aquellos dos cuerpos desnudos, absortos por el cansancio y por el placer, mientras ella le acariciaba su espalda, él tocaba su ombligo con su mejilla, lamiendo con ternura aquellas gotas que brotaban por los poros de aquella chica. Para ella, esto de haber descansado fue como haber hecho el amor por segunda vez, mientras que él fumaba un cigarro y parte del humo iba a parar a la cara de ella, que hacia como si su olfato fuera el de un topo. Ella acariciaba el pelo de su pareja mientras tenía los ojos cerrados, y bien habría podido seguir así de no ser porque él de pronto se incorporó, y en dos minutos se vistió, hundió el cigarro que le quedaba en el cenicero, se vio en el espejo para no ver ningún desarreglo y al fin abrocharse los zapatos. Al fin cuando estaba listo y ya casi tocaba la manija de la llave, se olvidó de un detalle: Ella. Volvió, besó los labios de aquella niña que ahora era mujer con ojos perplejos, besó su ombligo, besó su pubis y luego se marchó, dando casi un portazo y dejando a una mujer que había comenzado como un niña en un lugar que no fue el mismo en el que terminó.

12.

Hoy, sus excesos terminaron por agotarme.
Hoy, sus silencios me perturban más que los gritos de antes.
Hoy, la puerta no puede cerrarse por más que la empuje.
Hoy. No soy yo en mí, hoy soy yo en relación a ustedes.
Hoy, justamente hoy.
No importa que sea mañana, o el sábado o dos años más, siempre será como hoy.
No importa que salga,
No importa que corra,
No importa que hable o que cierre los ojos, siempre será como hoy.
Siempre olerá como hoy.
Siempre se verá como hoy,
Siempre será como hoy.

domingo, 29 de julio de 2007

Mi cadaver exquisisto.

De repente, desperté. Todos dormían y sólo yo estaba despierto. Las pieles que me abrigaban se habían resfalado hacia un lado, de modo que desperté por el frío; el fuego estaba ya hecho cenizas. Mis hermanos dormían abrazados y la tienda estaba oscura, pero afuera se podía divisar algo de luz que provenía de alguna parte. Sentía que el cuerpo me ardía, por lo que decidí salir a tomar un poco de aire antes de volver a intentar volver a la tierra de los sueños. Salí desclazo y la tierra estaba húmeda pero a través de ella casi podía palpar el calor que emergía de las entrañas de ella. Era de noche y había un silencio absoluto en aquellas tierras que se resistían a la llegada de ese dios de carne y hueso que había muerto en la cruz, pero que había vuelto a la vida. Acá habían otras leyes y bien lo sabíamos todos. Caminé esperando no encontrarme con ningún ánima hombre ni un ánima mujer, incluso no quería percibir a algún espíritu animal, porque dicen que son algo ambivalentes. Ahí estaba yo, afuera de la tienda de mi familia esperando a que el pecho que sentía algo apretado, pudiera por fin recobrarse para volver a arroparme. Esperaba que hubiera algún otro de alguna otra familia despierto, pero no fué así, por lo que mi aburrimiento cobró rápido control sobre la situación, por lo que me decidí a volver con los míos. Para mi sorpresa, al darme vuelta vi que un animal me estaba esperando; me veía directo a los ojos y no pretendía esconderse por saber que yo me había percatado de él. Era un Lobo; de esos grises, con pequeñas pigmentaciones negras que sobresalian en sus hombros. Sus ojos eran amarilos, mientras que sus pupilas eran negras como la noche misma. Tenía un tamaño considerable y sí logró intimidarme; yo no tenía ningun arma a mi alcance, y bien sabía que si gritaba, o si hacia algun movimiento sorpresivo, el animal me podía atacar, por lo que opté por quedarme quieto a ver si el animal decidía irse por cuenta suya. El pecho cada vez me dolía más y más. Lo sentía apretado y en llamas. El lobo no se movía y yo tampoco, pero sentía que perdía la pelea a raíz del dolor que se intensificaba, hasta el punto en que tuve que agacharme para respirar mejor, y así quedar a merced del lobo; este pareció no importarle lo que hacía, y sin embargo, seguía con su mirada puesta en mí. Me costaba respirar y cada vez era más dificultoso poder ver nítidamente. Por fin, me puse de rodillas con una mano en el pecho y otra entre el suelo y el aire, esperando a ese animal que ya creía yo que quería verme como su comida al verme en esas condiciones. Quería gritar por ayuda, pero no podía, era como si el aliento que emanaba de mi estómago se fuera a otra parte cuando pasaba por mi pecho; de pronto, sin darme cuenta, el lobo se fué acercando cada vez más hasta una distancia en que fácilmente podía saltar y agarrarme el cuello, o romperme la cara de un mordisco. Yo a esas alturas ni siquiera podía moverme o hacer algo siquiera, por lo que sólo le rezaba a los dioses que se esconden entre las piedras y los riachuelos que solemos usar para cosas distintas a que me sacara de tal apuro. Al fin, pude ver mi imagen reflejada en los ojos brillantes y a la vez obscuros del lobo que seguía observándome; hasta que de pronto gruñió, mostró los colmillos y se arrojó sobre mi, me tomó por el cuello, desgarró los pequeños huesos que ahí habítan, y yo veía como la sangre brotaba como un pequeño manantial y chorreaba con su fuerza a mi cara y a la piel de aquel lobo que en ese instante me deboraba. Sentía que la vida se me iba poco a poco y podía sentir cada mordisco a pesar de que mi cuello estaba practicamente destrozado, sentía como mis entrañas eran vaciadas, y a la vez veía como mis tripas caían todas en conjunto sobre la nieve que cubría ese pequeño lugar en donde estaba muriendo. Y todo se hizo silencio y negro.

De repente, desperté. Y sí, no sabía cómo y por qué había despertado, si mi último recuerdo eran las mandíbulas de un lobo rabioso que se comía mis tripas y las regaba por el suelo para que los gusanos se alimentaran. De pronto caí en cuenta que era yo sin ser yo mismo. Era sólo mi consciencia y no sabía por qué ocurría esto. veía todo gris, pero me dí cuenta que era el gris del aire que se volvía blanco con la nieve que empezaba a caer en algún lugar de la tierra. No sentía el dolor que me aquejaba y tampoco sentía dolor por todas las mordidas que me propinó aquel animal. ¿Esto era estar muerto?. De pronto sentía que podía girar aunque no supiera como, y en efecto vi que era como estar mirando el cielo desde más arriba que de la copa de un árbol, y así ví, a lo lejos, muy al fondo, mi cadaver desecho, las manos rasgadas y con grupos de pelos que le logré arrebatar al lobo mientras me defendía; gran logro. Ví como mis ojos seguían abiertos, como mis piernas no tenían ese hueso redondo que me permite flectarlas y también ví como mi ropa se había esfumado, ¡Estaba desnudo!. No tenía estómago y mi cuello también había sido desgarrado casi por completo, sólo había un pequeño trozo de piel que seguía sujeta a mi cabeza, y de no ser por ello, mi cráneo rodaría hasta que tropezara con algún árbol o con alguna criatura deseosa de comer, después de todo era invierno y ya la comida empezaba a ser difícil de conseguir. Sentía miedo por como mi cuerpo estaba sobre un charco de sangre que estaba tornándose negra, pero no porque mi consciencia estuviera fuera de mi cuerpo, al fin y al cabo, los abuelos siempre nos daban la precaución sobre no tratar con gente extaña, porque lo del robo del alma era algo común y de todos los días; nunca pensé que me pudiera ocurrir a mí, pero también creía que todo esto era poco probable de que en realidad ocurriera porque sino ya el brujo me hubiera usado y me hubiera llevado a su reino. Esto debía ser un sueño, pero el dolor fué tan vídido que no podía ser una fantasía mía. ¿Qué hago?, sólo esperar.

De acuerdo, esto claramente no es un sueño, he estado aquí arriba y sigo viendo como mi cuerpo está ahí abajo y todavía nadie se levanta como para gritar y hacer que toda la tribu se espante.
De repente veo como un grupo de lobos se acercan; ¿Intentarán comer los restos?, si ya han hecho suficiente, tampoco veo cómo podré evitar que hagan lo que quieran; a lo mejor me quedo acá como mero observador hasta que nascan los hijos de los hijos de los hijos y la gente que conosco deje de existir. Ahora veo como me lamen estos perros rabiosos y tal vez les sirva para marcar territorio o algo parecido, o a lo mejor es algo sexual, a estas alturas ya da igual. De pronto, observo que algo traen, lo depositan en mis ojos, en en el cuello y en mi estómago que uno de ellos destrozó. Traen plantas, creo, a tal punto que casi cubren las zonas sin cuerpo. Ahora arrastran lo que alguna vez fué mi cuerpo y lo llevan a otro lugar que ya no puedo ver, porque no puedo moverme de donde estoy. Pronto amanecerá y ya casi estoy acostumbrado a mi situación actual. Veo los primeros rayos de luz, tenues, y de pronto, siento que algo o alguien me está cociendo la piel, sientiendola mía de nuevo, trato de girar hacia otro lugar, y con un máximo de esfuerzo lo logro, veo mi cuerpo muerto sobre un pequeño montón de tierra, ensangrentado y con el verde de los pastos que esos animales han puesto sin saber la razón; lo más extraño es que no hay nadie cuidando de mí, pero siento como si alguien zurciera aquellas zonas que están despegadas y que deberían remendarse. El dolor cada vez se siente más agudo y creo que es a medida que los rayos del sol van tocando mi cuerpo, lo están bañando. El dolor vuelve a ser como el que tenía cuando me dolía el pecho por primera vez, sólo que ahora puedo respirar bien y no hay lobos amenzantes frente a mí. De pronto siento que hay una fría ráfaga de aire que me obliga a ir hacia otro lado en mi consciencia. Siento como si todo esto fuera tan irreal, que parece que no soy yo quien está viviendo esto. Veo como mi cuerpo se aleja, y veo que todas las cosas se están alejando para que de un golpe me sumerja sobre una pequeña abertura que hay en un árbol gigantesco. Lo recorro rápidamente sin tener control de lo que hago, hasta que salgo por la raíz de éste y me vuelvo a sumerjir en un montículo de hormigas para ir penetrando la tierra y ver las raíces de las plantas y de los árboles que nos dan sus frutos cuando las mujeres recolectan. Recorro distancias inalcansables y me detengo en una cueva oscura, pero que tiene una pequeña luz que a la vez es cálida como el sol. Me adentro y observo todos los espíritus animales que saben de mi precencia; algunos son sólo rostros de los animales, mientras que otros son figuras de múltiples de ellos, con cabeza de serpiente, pero cuerpo de pez y patas de jabalí. Algunos no tienen pupilas y otros al parecer no son animales, sino que son espíritus de plantas y árboles que son enredaderas que pueden moverse según su voluntad. No sé que es lo que hago aquí y tampoco sé qué quieren ellos de mí, a lo mejor son brujos que se disfrazan de animales y quieren comerme mi alma porque así se hacen más fuertes. "No nos tengas miedo", dice alguno de ellos, atrás, entre los otros espíritus, y para mi sorpresa, es el mismo lobo que se avalanzó sobre mi y el causante de que esté hoy aquí con ellos. "mira la fuente", exclamó y mi visión fué a una pequeña fuente de agua que estaba al centro de todos esos espíritus, el agua estaba clara, pero era profunda y de alguna manera, sabia. Veía mi cuerpo reflejada en ella, y veía como las raíces que provenían de la tierra recobraban mi cuerpo a la vez que las tripas y algunos huesos eran literalmente tragados por la tierra que los eliminaba como si fueran ácido que tuviera en mi cuerpo. "Hemos completado tu iniciación", dijo el lobo, "Ahora el enfermo que antes eras se ha ido. Ahora eres caminante entre los mundos." veía mi cadaver reluciente con la luz del día, veía como la luz se tragaba la oscuridad que había atrás del bosque, y veía como las criaturas que habitaban en ella se escondían porque sabían que había emergido otro iniciado, sabían -no sé cómo- que algo había de diferente en esas tierras, y que ahora había alguien que iba a ser la voz de su pueblo, que curaría a su gente y que traería las almas que se perdían a sus lugares originales. Veía como algunos animales traían pequeños cristalez que ponían sobre mis piernas y como éstas se los tragaban, veía como la briza rozaba mi pelo y mis mejillas, veía mi cadaver exquisito.
De pronto, ví demasiado en la fuente y me mojé el rostro espiritual que poseía; sentí como volvía a mi cuerpo como una chispa eléctrica. traspazando las grietas de la tierra, los pozos naturales de agua, y salía por el prado con nieve hasta volver a mi cuerpo desmembrado y sanado a la vez, volví a habitarlo pero no conseguía abrir los ojos y sentía que todo esto era un sueño, porque sentía que gotas de agua caían por mi frente, lo que a su vez podía ser aquella fuente. En efecto, abrí los ojos y ví como estaba yo tirado en mi lecho con las pieles que se habían resfalado hacia un lado. Grande fué mi decepción al ver que todo mi cuerpo se encontraba en su más normal estado, y esbozé una sonrisa, porque ¿cómo yo?, que sólo era un niño según las reglas del clan, y no un hombre, ¿podía ser un chamán?. Me levanté y ví que todos estaban igual que como los había visto cuando supuestamente me desperté, así que a lo mejor realmente me levanté en la noche, y volví a dormir, soñando aquello. Salí de la tienda y no había nadie todavía en pie. Me puse a hacer fuego de mal humor, y en cuanto éste prendió, me senté y empecé a afilar mi lanza para intentar al menos cazar a algún conejo desprevenido que estuviera rondando por ahí. La punta estaba quebrada y pensando que no podía tener peor suerte, comencé a buscar otra punta para reemplazarla, hincado, enojado y sin poder encontrar algo de mi agrado, me dí por rendido, así que decidí darme vuelta y sentarme, sólo para hacer nada de forma más cómoda, pero al darme vuelta, ahí estaba él: el lobo. Mi miraba y yo esperaba a que, o saltara sobre mi para ahora sí matarme, o hablarme como si fuera una persona. Pero no hizo nada de eso, sino que sólo se estiró ante mis aturdidos ojos, abrió la boca, bostezando, mostrándome toda la corrida de dientes a su haber, hundió su hocico en la tierra, y luego lo sacó con fuerza para tirarme un poco de tierra fresca sobre mis pies. Acto seguido se fué hacia el bosque deteniéndose para mirarme.
Ví la tierra sobre mis desnudos pies, la recogí con la mano, y entonces supe que lo que había soñado no era un sueño, sino realidad.