domingo, 29 de julio de 2007

Mi cadaver exquisisto.

De repente, desperté. Todos dormían y sólo yo estaba despierto. Las pieles que me abrigaban se habían resfalado hacia un lado, de modo que desperté por el frío; el fuego estaba ya hecho cenizas. Mis hermanos dormían abrazados y la tienda estaba oscura, pero afuera se podía divisar algo de luz que provenía de alguna parte. Sentía que el cuerpo me ardía, por lo que decidí salir a tomar un poco de aire antes de volver a intentar volver a la tierra de los sueños. Salí desclazo y la tierra estaba húmeda pero a través de ella casi podía palpar el calor que emergía de las entrañas de ella. Era de noche y había un silencio absoluto en aquellas tierras que se resistían a la llegada de ese dios de carne y hueso que había muerto en la cruz, pero que había vuelto a la vida. Acá habían otras leyes y bien lo sabíamos todos. Caminé esperando no encontrarme con ningún ánima hombre ni un ánima mujer, incluso no quería percibir a algún espíritu animal, porque dicen que son algo ambivalentes. Ahí estaba yo, afuera de la tienda de mi familia esperando a que el pecho que sentía algo apretado, pudiera por fin recobrarse para volver a arroparme. Esperaba que hubiera algún otro de alguna otra familia despierto, pero no fué así, por lo que mi aburrimiento cobró rápido control sobre la situación, por lo que me decidí a volver con los míos. Para mi sorpresa, al darme vuelta vi que un animal me estaba esperando; me veía directo a los ojos y no pretendía esconderse por saber que yo me había percatado de él. Era un Lobo; de esos grises, con pequeñas pigmentaciones negras que sobresalian en sus hombros. Sus ojos eran amarilos, mientras que sus pupilas eran negras como la noche misma. Tenía un tamaño considerable y sí logró intimidarme; yo no tenía ningun arma a mi alcance, y bien sabía que si gritaba, o si hacia algun movimiento sorpresivo, el animal me podía atacar, por lo que opté por quedarme quieto a ver si el animal decidía irse por cuenta suya. El pecho cada vez me dolía más y más. Lo sentía apretado y en llamas. El lobo no se movía y yo tampoco, pero sentía que perdía la pelea a raíz del dolor que se intensificaba, hasta el punto en que tuve que agacharme para respirar mejor, y así quedar a merced del lobo; este pareció no importarle lo que hacía, y sin embargo, seguía con su mirada puesta en mí. Me costaba respirar y cada vez era más dificultoso poder ver nítidamente. Por fin, me puse de rodillas con una mano en el pecho y otra entre el suelo y el aire, esperando a ese animal que ya creía yo que quería verme como su comida al verme en esas condiciones. Quería gritar por ayuda, pero no podía, era como si el aliento que emanaba de mi estómago se fuera a otra parte cuando pasaba por mi pecho; de pronto, sin darme cuenta, el lobo se fué acercando cada vez más hasta una distancia en que fácilmente podía saltar y agarrarme el cuello, o romperme la cara de un mordisco. Yo a esas alturas ni siquiera podía moverme o hacer algo siquiera, por lo que sólo le rezaba a los dioses que se esconden entre las piedras y los riachuelos que solemos usar para cosas distintas a que me sacara de tal apuro. Al fin, pude ver mi imagen reflejada en los ojos brillantes y a la vez obscuros del lobo que seguía observándome; hasta que de pronto gruñió, mostró los colmillos y se arrojó sobre mi, me tomó por el cuello, desgarró los pequeños huesos que ahí habítan, y yo veía como la sangre brotaba como un pequeño manantial y chorreaba con su fuerza a mi cara y a la piel de aquel lobo que en ese instante me deboraba. Sentía que la vida se me iba poco a poco y podía sentir cada mordisco a pesar de que mi cuello estaba practicamente destrozado, sentía como mis entrañas eran vaciadas, y a la vez veía como mis tripas caían todas en conjunto sobre la nieve que cubría ese pequeño lugar en donde estaba muriendo. Y todo se hizo silencio y negro.

De repente, desperté. Y sí, no sabía cómo y por qué había despertado, si mi último recuerdo eran las mandíbulas de un lobo rabioso que se comía mis tripas y las regaba por el suelo para que los gusanos se alimentaran. De pronto caí en cuenta que era yo sin ser yo mismo. Era sólo mi consciencia y no sabía por qué ocurría esto. veía todo gris, pero me dí cuenta que era el gris del aire que se volvía blanco con la nieve que empezaba a caer en algún lugar de la tierra. No sentía el dolor que me aquejaba y tampoco sentía dolor por todas las mordidas que me propinó aquel animal. ¿Esto era estar muerto?. De pronto sentía que podía girar aunque no supiera como, y en efecto vi que era como estar mirando el cielo desde más arriba que de la copa de un árbol, y así ví, a lo lejos, muy al fondo, mi cadaver desecho, las manos rasgadas y con grupos de pelos que le logré arrebatar al lobo mientras me defendía; gran logro. Ví como mis ojos seguían abiertos, como mis piernas no tenían ese hueso redondo que me permite flectarlas y también ví como mi ropa se había esfumado, ¡Estaba desnudo!. No tenía estómago y mi cuello también había sido desgarrado casi por completo, sólo había un pequeño trozo de piel que seguía sujeta a mi cabeza, y de no ser por ello, mi cráneo rodaría hasta que tropezara con algún árbol o con alguna criatura deseosa de comer, después de todo era invierno y ya la comida empezaba a ser difícil de conseguir. Sentía miedo por como mi cuerpo estaba sobre un charco de sangre que estaba tornándose negra, pero no porque mi consciencia estuviera fuera de mi cuerpo, al fin y al cabo, los abuelos siempre nos daban la precaución sobre no tratar con gente extaña, porque lo del robo del alma era algo común y de todos los días; nunca pensé que me pudiera ocurrir a mí, pero también creía que todo esto era poco probable de que en realidad ocurriera porque sino ya el brujo me hubiera usado y me hubiera llevado a su reino. Esto debía ser un sueño, pero el dolor fué tan vídido que no podía ser una fantasía mía. ¿Qué hago?, sólo esperar.

De acuerdo, esto claramente no es un sueño, he estado aquí arriba y sigo viendo como mi cuerpo está ahí abajo y todavía nadie se levanta como para gritar y hacer que toda la tribu se espante.
De repente veo como un grupo de lobos se acercan; ¿Intentarán comer los restos?, si ya han hecho suficiente, tampoco veo cómo podré evitar que hagan lo que quieran; a lo mejor me quedo acá como mero observador hasta que nascan los hijos de los hijos de los hijos y la gente que conosco deje de existir. Ahora veo como me lamen estos perros rabiosos y tal vez les sirva para marcar territorio o algo parecido, o a lo mejor es algo sexual, a estas alturas ya da igual. De pronto, observo que algo traen, lo depositan en mis ojos, en en el cuello y en mi estómago que uno de ellos destrozó. Traen plantas, creo, a tal punto que casi cubren las zonas sin cuerpo. Ahora arrastran lo que alguna vez fué mi cuerpo y lo llevan a otro lugar que ya no puedo ver, porque no puedo moverme de donde estoy. Pronto amanecerá y ya casi estoy acostumbrado a mi situación actual. Veo los primeros rayos de luz, tenues, y de pronto, siento que algo o alguien me está cociendo la piel, sientiendola mía de nuevo, trato de girar hacia otro lugar, y con un máximo de esfuerzo lo logro, veo mi cuerpo muerto sobre un pequeño montón de tierra, ensangrentado y con el verde de los pastos que esos animales han puesto sin saber la razón; lo más extraño es que no hay nadie cuidando de mí, pero siento como si alguien zurciera aquellas zonas que están despegadas y que deberían remendarse. El dolor cada vez se siente más agudo y creo que es a medida que los rayos del sol van tocando mi cuerpo, lo están bañando. El dolor vuelve a ser como el que tenía cuando me dolía el pecho por primera vez, sólo que ahora puedo respirar bien y no hay lobos amenzantes frente a mí. De pronto siento que hay una fría ráfaga de aire que me obliga a ir hacia otro lado en mi consciencia. Siento como si todo esto fuera tan irreal, que parece que no soy yo quien está viviendo esto. Veo como mi cuerpo se aleja, y veo que todas las cosas se están alejando para que de un golpe me sumerja sobre una pequeña abertura que hay en un árbol gigantesco. Lo recorro rápidamente sin tener control de lo que hago, hasta que salgo por la raíz de éste y me vuelvo a sumerjir en un montículo de hormigas para ir penetrando la tierra y ver las raíces de las plantas y de los árboles que nos dan sus frutos cuando las mujeres recolectan. Recorro distancias inalcansables y me detengo en una cueva oscura, pero que tiene una pequeña luz que a la vez es cálida como el sol. Me adentro y observo todos los espíritus animales que saben de mi precencia; algunos son sólo rostros de los animales, mientras que otros son figuras de múltiples de ellos, con cabeza de serpiente, pero cuerpo de pez y patas de jabalí. Algunos no tienen pupilas y otros al parecer no son animales, sino que son espíritus de plantas y árboles que son enredaderas que pueden moverse según su voluntad. No sé que es lo que hago aquí y tampoco sé qué quieren ellos de mí, a lo mejor son brujos que se disfrazan de animales y quieren comerme mi alma porque así se hacen más fuertes. "No nos tengas miedo", dice alguno de ellos, atrás, entre los otros espíritus, y para mi sorpresa, es el mismo lobo que se avalanzó sobre mi y el causante de que esté hoy aquí con ellos. "mira la fuente", exclamó y mi visión fué a una pequeña fuente de agua que estaba al centro de todos esos espíritus, el agua estaba clara, pero era profunda y de alguna manera, sabia. Veía mi cuerpo reflejada en ella, y veía como las raíces que provenían de la tierra recobraban mi cuerpo a la vez que las tripas y algunos huesos eran literalmente tragados por la tierra que los eliminaba como si fueran ácido que tuviera en mi cuerpo. "Hemos completado tu iniciación", dijo el lobo, "Ahora el enfermo que antes eras se ha ido. Ahora eres caminante entre los mundos." veía mi cadaver reluciente con la luz del día, veía como la luz se tragaba la oscuridad que había atrás del bosque, y veía como las criaturas que habitaban en ella se escondían porque sabían que había emergido otro iniciado, sabían -no sé cómo- que algo había de diferente en esas tierras, y que ahora había alguien que iba a ser la voz de su pueblo, que curaría a su gente y que traería las almas que se perdían a sus lugares originales. Veía como algunos animales traían pequeños cristalez que ponían sobre mis piernas y como éstas se los tragaban, veía como la briza rozaba mi pelo y mis mejillas, veía mi cadaver exquisito.
De pronto, ví demasiado en la fuente y me mojé el rostro espiritual que poseía; sentí como volvía a mi cuerpo como una chispa eléctrica. traspazando las grietas de la tierra, los pozos naturales de agua, y salía por el prado con nieve hasta volver a mi cuerpo desmembrado y sanado a la vez, volví a habitarlo pero no conseguía abrir los ojos y sentía que todo esto era un sueño, porque sentía que gotas de agua caían por mi frente, lo que a su vez podía ser aquella fuente. En efecto, abrí los ojos y ví como estaba yo tirado en mi lecho con las pieles que se habían resfalado hacia un lado. Grande fué mi decepción al ver que todo mi cuerpo se encontraba en su más normal estado, y esbozé una sonrisa, porque ¿cómo yo?, que sólo era un niño según las reglas del clan, y no un hombre, ¿podía ser un chamán?. Me levanté y ví que todos estaban igual que como los había visto cuando supuestamente me desperté, así que a lo mejor realmente me levanté en la noche, y volví a dormir, soñando aquello. Salí de la tienda y no había nadie todavía en pie. Me puse a hacer fuego de mal humor, y en cuanto éste prendió, me senté y empecé a afilar mi lanza para intentar al menos cazar a algún conejo desprevenido que estuviera rondando por ahí. La punta estaba quebrada y pensando que no podía tener peor suerte, comencé a buscar otra punta para reemplazarla, hincado, enojado y sin poder encontrar algo de mi agrado, me dí por rendido, así que decidí darme vuelta y sentarme, sólo para hacer nada de forma más cómoda, pero al darme vuelta, ahí estaba él: el lobo. Mi miraba y yo esperaba a que, o saltara sobre mi para ahora sí matarme, o hablarme como si fuera una persona. Pero no hizo nada de eso, sino que sólo se estiró ante mis aturdidos ojos, abrió la boca, bostezando, mostrándome toda la corrida de dientes a su haber, hundió su hocico en la tierra, y luego lo sacó con fuerza para tirarme un poco de tierra fresca sobre mis pies. Acto seguido se fué hacia el bosque deteniéndose para mirarme.
Ví la tierra sobre mis desnudos pies, la recogí con la mano, y entonces supe que lo que había soñado no era un sueño, sino realidad.

jueves, 26 de julio de 2007

9.

Preguntas.

¿Es posible salvar las distancias?.
¿Podré ser un adulto responsable?.
¿Tendré la inteligecia emocional escondida en algún lugar?.
¿Dejaré de soñar lo que quiero y no tengo?.
¿Alguna vez haré algo digno con mi inerte vida?.
¿Es posible ir por la vida sin mirar hacia los lados?, o peor aún, ¿hacia atrás?.
¿Será posible acortar distancia entre la gente y los demás?.
¿Será posible que nos volvamos a encontrar?


Y yo sigo aquí.

lunes, 23 de julio de 2007

8.

Cuandí vi Lost In Traslation quedé decepcionado. Un grupo de personas que quiere hacer algo con su vida, y eso era todo. A ratos me desconcentraba con cualquier cosa que estuviera fuera de la pantalla, y cuando veía que ya avanzada la película, no habiéndo grandes cambios, pensaba que las cosas quedarían igual; y en efecto así fué. Me latió un poco, y a pesar de que a ratos la banda sonora era de mi gusto (no me atrevo a decir "brillante", no soy quién para decir eso) y con buena fotografía, como en el ambiente japonés (¿o es que tengo predilección por esos parajes?) a ratos parecía que la película iba a despegar para volver a caer en el mismo ritmo que me lateaba hasta la médula.
Y eso había sido todo, en realidad no le dí muchas vueltas al asunto y pensaba que sería algo más que había visto y que había pasado sin pena ni gloria por mi pupilas; pero me equivoqué.
Hace unos días atrás, con el día nublado y amenzante de lluvia, caminaba en realidad sin un rumbo estable, con el pendrive de acompañante y con Sigur Ros de fondo (creo), pasaba por un parque abandonado y de pronto, súbitamente, llegó la imágen de la película y me dí cuenta de como uno a veces no ve las cosas porque está tan cerca de ellas que le es imposible alejarse para ver con más perspectiva. Y ahí me encontraba yo, caminando sin nadie al lado, con música de mi agrado, pero lacónico y solo por la calle, sin saber realmente que es lo que quiero hacer en mi vida, con esas preguntas que a veces se van para volver con más fuerza desde la última vez que te las preguntastes; y sí, la película y sus imágenes llegó con tanta fuerza que casi siento que me sacuden por dentro. Sí, sentía que en ese preciso instante mi vida -y quizá la de muchas otras personas- era exacta y desgraciadamente similar a la idea que se quería plasmar en el filme; a la postre tuve otra revelación más o menos obvia: Nuestras vidas en realidad siguen igual; lo que cambia es el sentimiento, la angustia, la paz, las ideas; al igual que en la película, pero seguimos caminando por las mismas calles y seguimos usando la misma ropa bajo el mismo cielo nublado que siempre nos amenaza con la lluvia.

jueves, 19 de julio de 2007

7.

Escribo. Y borro. Vuelvo a escribir, y vuelvo a borrar. Aquí tengo algo interesante que me gustaría hacer con mi vida no tan interesante:

1.- Hacer un curso de literatura.
2.- Hacer un curso de fotografía.
3.- Hacer un curso de Tarot certificado (porque los hay, pero no en Shilito)
4.- Hacer un curso de pintura. Y exponerlas en alguna galeria, aunque sea charcha.
5.- Escribir un libro. Tengo muchas ideas, pero no sé por cuál decidirme.
6.- Pintar cuadros surrealistas.
7.- A lo mejor impartir clases de algo de lo anterior, y ser bueno en ello.
8.- Crear alguna saga de literatura, y crear temas que se lleven al cine. Sí, claro.
9.- Ir a un curso de control de impulsos.

En síntesis son sólo cursos, después de todo no es tan interesante. Chao.

martes, 17 de julio de 2007

6.

De repente te encontré. Pero ya no me agradas. De repente la gente cambia, y era evidente que tú cambio era más intrascendente que un corte de pelo. Los años no pasan en vano, sólo pasan para la gente como tú. En ese entonces querías acercarte a saludar y fingir una conversación que nunca se terminó, pero sobre la cual hace mucho tiempo no tengo interés en proseguir. Ahora de vez en cuando nos encontramos y los saludos son tan distantes y vacíos que nada producen en mí. Era obvio que preferirías a esa gente que a quienes te vieron crecer, como yo y como otros más, nosotros. Es obvio que con tu forma de ser seguirás cultivando tantos conocidos y redes sociales que veo difícil que alguien descubra realmente tu rostro verdadero, que es tan oscuro como el lobo que pretendes ser. Hubo un tiempo que mi cariño no tenía restricciones, y dentro de mí no había espacio para rencores hacia ti. Pero yo también crecí, y ahora mi cuerpo también es capaz de almacenar rabia como si fuera un silo inmanente; mis palabras no tienen tanto poder como para maldecirte, porque aún hoy respeto la amistad que hubo, pero sí hay mucho rencor y resentimiento que bordea el odio. Las traiciones no se escuchan, se huelen, y tú y tu vida rezuman hedor a podrido, porque no eres capaz de querer sin dañar, y porque no puedes ser feliz sin dejar de lado a alguien más.
Pero que vida más inocua la tuya.
Y caótica.
Y perversa.
Y predecible.

5.

Bien, son las ocho de la mañana con cincuenta y seis minutos mientras escribo esto, y ya no tengo mucho que hacer, salvo hacer el aseo e irme a la cama, por cierto, mi sueño estuvo interrumpido y por alguna que otra razón sólo dormía por media hora antes de despertarme de repente para darme vuelta al otro lado de la cama, mirando cada vez como la hora avanzaba; la última vez que la ví eran veinte para las siete, así que se podría decir que no dormí en toda la noche. Me levanté tempranísimo para ver mi problema con el famoso otorrino, para que me revisara y me hiciera el bendito lavado de oídos que nadie sabe hacer por si mismo, debería haber un ramo de salud en la escuela que te hiciera reprobar si no sabes limpiarte bien las orejas y más aún, un ramo que tuviera que ver con los primerios auxilios y cosas que tengan que ver con el cuidado que le damos a nuestros tímpanos. Tengo hora para mañana un cuarto para las diez, y me aseguraré de estar ya a las ocho plantado cosa de que me atiendan primerísimo, porque no encuentro nada más engorroso que esperar a que te atiendan, lo encuentro muy de sudaca, y sí, aunque suene clasista, me carga tener que esperar por mi turno, porque si los shilenos fueramos la mitad de preocupados que somos en realidad por el tiempo, seríamos mucho más eficientes de lo que estamos acostumbrado a hacer. Pero da flojera. Cuando entré por la hora con mi padre, vimos que nadie atendía el mesón para pedir hora, o sea, alguien pudo haber entrado a punto de morir pero tendría que haber esperado, porque la doña que más tarde se presentó a atendernos llegó cinco minutos tarde, y ella, en sus actividades, era todo en uno, es decir, prendía los computadores, limpiaba el mesón, sacaba cuadernos, libretas y demases. Para ese entonces nos había preguntado si habíamos esperado mucho, a lo que mi papá responde con un "sí" rotundo, , esto hace que la muy patuda mire "disimuladamente" el reloj para ver a que hora había puesto su lindo trasero en la silla. Tenía un pelo increíblemente enmarañado, onda que se levantó atrasada y se fué sin duchar al hospital, pero bueno, ya tengo hora y eso es lo que importa, aunque ahora esté cansado, con sueño, y tenga toda la mañana para hacer los aseos y/o nada.
Como decia, los shilenos son flojos, y no me incluyo aquí porque no tengo un pelo de flojo, de masoquista sí, y mucho, pero ahora centremonos en la flojera del blockbuster. Hoy fuí a ver si había llegado una serie que queremos arrendar, y en cuanto me bajo del colectivo veo como mis expectativas están erradas: Habren a las diez. "Carajo" pienso, si la gente no llega tan temprano a atender, por lo menos podrían abrir más temprano para ordenar sus productos o ver su inventario, en vez de hacer que sus trabajadores laboren hasta las tres de la noche, como me contó un mal amigo que tuve alguna vez. Así que partí con mis pilchas hechas a mi casa, con el morral verde lleno entre paraguas-libreta-lápiz-pendrive-llaves-cámara-y-demáses. Ahora ya son las ocho con cincuenta y seis minutos según mi computador, y sólo me queda una hora para decidirme si voy o no a entrenar, mientras más lo pienso más me niego, pero también se que cuando falten veinte minutos para que sean las diez, casi automáticamente pescaré mi traje (que me encanta pero que me queda algo así como suelto de mangas) miz zapatillas favoritas (esas pumas que hinché como bataclana ebria para poder tenerlas), mi pendrive (para hacer el transcurso del viaje más agradable) y a lo mejor mi cámara (uno nunca sabe cuando puede saltar la liebre) para irme raudamente a abrirme de piernas, como si fuera una bailarina de ballet clásico, a tensar los brazos (que me carga) como si fuera un boy scout y a saltar como si fuera un conejo de esos que tiene humlide, (y es que me han dicho que salto alto como un conejo, un gran dahola-dachao), en fin, la otra vez fuí en la mañana cuando habían como cero grados y la mortandad de abuelitas que van en la mañana a hacer tai-chi era brutal, pero no, ahí estaba yo listo para que me maseen a golpes. Todo esto que leen aquí no es fácil. Mi mamá me tienta con que no vaya para que me quede en casa calentito y tomándo lechita (risas), mi papá no me pregunta si aprendí algo nuevo, me pregunta cuánto me han machucada cada vez que entro por la puerta, y mi hermano... bueno, él está lejos. Por otro lado, me carga (y debería escribirlo con mayúscula) que llueva o que haga frío cuando se acerca la hora de irme de la casa, es como si la lluvia detuviera mi metabolismo y me tuviera que poner a hibernar inmediatamente en mi cama; y ... aparte de la cama, ¿Cuántos placeres no tan culposos existe?, debo decir que soy un fan del catre con cuatro patas, y aunque esté solo como un dedo, no hay cosa más rica que poder acostarte para poder hecharte un cucazo, para leer algun libro o revista, o para poder ver algo de la basura tv, pero que igual entretiene en un día de esos que se llaman "pajeros".
El masoquismo y la cama son tan íntimos que van de la mano y se saludan como viejos amigos, pero mi tipo de masoquismo es mojarme afuera, tener resfriados constantes, bañarme como tres veces al día, y sobretodo pensar psicóticamente si mi desodorante me está abandonando o no en un momento poco adecuado.
Ahora me doy cuenta que mi pc está malo, que la hora está pegada, y que mi reproductor está en off casi desde que comencé a escribir este relato; en realidad ya son las nueve con veinticinco minutos y antes de publicar ésta entrada, tengo que releer todo para ver si hay alguna falta muy grosera en la redacción, cosa que quede algo decente, y después de haber publicado este relato, tengo que ir a mi entrenamiento, para ver si por fin está abierto el blockbuster y ver como mi sifu (maestro) siempre llega más tarde que yo, para ver si yo quedo algo más decente.

4.

Desperté con esa sensación de haber vivído algo así como una pequeña muestra de bienestar; no felicidad en sí. Para cuando tomaba desayuno imprudentemente a la una y media de la tarde pensaba que el día que se me acercaba estaría ambivalente, algo invariable; entre el recuerdo de un sueño en el que se guardan anhelos importantes y la dura realidad que a veces se contempla en distintos aspectos igualmente importantes. Estoy sordo y ahora mientras escribo esto tengo puntadas en el oído derecho. Pero no es eso lo que me molesta. Es la ausencia de puntadas en otras partes del cuerpo que hace tiempo he dejado de sentir como si fueran mías lo que me tiene un tanto lejano de mi mismo en la cotidianeidad, en lo ordinario. Son esas zonas que se comparten entre dos lo que no me tiene irritado, pero sí algo nostálgico. Hay gente que opina que tengo un buen estómago para soportar a ciertas personas y otros dicen que lo tengo corto para cierta situaciones, pero el resultado es que tengo incredulidad en mi y en lo fatigoso que me está resultando la soledad; no como para cortarse los dedos ni para escribir poemas de amor deseperados. Pero sí para pensar un poco más de lo habitual, para que me cueste quedarme dormido, y un rotundo sí para que a través de los sueños viva aquellas cosas que no se pueden vivir en la realidad misma; y esto no es agradable.
Hace unas horas atrás vislumbramos que somos vistos como crueles pero inteligentes. En realidad debería decir inteligentes pero crueles, ya que resulta que el orden de los factores sí altera el producto; y vaya, creo que éste ha sido un día de varias revelaciones. El punto es que no me quedé pensando ni le daba vueltas a éste asunto, más bien ví la televisión para ver qué comen los chilenos, antes de eso, veía el caso de la brujería y sus trabajos, también en Chile. Me meto eutímicamente al computador, y mientras espero que éste esté apto para poder laboral algo en él, reviso el Oráculo del Guerrero. Unos segundos y la hoja que elijo leer dice: El guerrero Vence. Lo leo con naturalidad y tampoco lo pienso en demasía; a lo mejor por eso puedo intuir, porque no pienso mucho, sino que trazo las cosas con puro instinto, como cierta persona dijo alguna vez. Para mi sorpresa, veo el correo del curso y hay un mensaje nuevo al ya mentado caso Anónimo: Había un mensaje que reflejaba que hay facciones rebeldes que están de nuestro lado. El hecho de que sea otro anónimo me da a entender de que somos el nuevo tribunal inquisidor; pero podríamos ser también Juana De Arco, María Antonieta, y otros chivos expiatorios. Aún así, fué grato leer un mensaje de aliento, y junto con determinar quienes son los responsables y más aún, sobretodo saber de quienes hay que cuidarse, es que el guerrero ha vencido el día de hoy, aunque quedan temas pendientes para otra ocasión.

viernes, 13 de julio de 2007

3.

La gente es idiota. Sí, así de simple.
No puede ser uno u otro suspicaz, porque de inmediato surge el repudio público y a la vez anónimo, uno no puede reirse de las faltas ortográficas, porque de inmediato uno hiere sensiblidades que distan del ser docto, y que se aproximan más sobre la terquedad del "no me digan nada", sí, nos cargan que nos refrieguen los errores que tenemos, pero ¿Es necesario que hagamos una catarsis por un simple error?, digo, uno siempre comete errores, como decir "independencias", cuando son "dependencias", o hablar de "sepso" cuando en realidad es "sexo", y sí, uno (me incluyo) a veces puede ser medio deslenguado para decir las cosas y no utilizar bien las sintáxis que corresponden, pero no por ello voy a irritarme cuando me corrigan, después de todo, alguien se da el tiempo por hacer ver mi propio error, y eso significa que seré más docto hasta que se me olvide la corrección.

A la gente le encanta ser rosada, y punto.
No les agrada la gente que dice "hey, esa niña en el comerical se ve muy, pero muy sobreactuada, se nota que la puso el dueño de la cadena comercial", no les gusta escuchar opiniones políticamente opuestas a las suyas porque simplemente no las toleran, y simplemente les encanta ser dueños de la verdad absoluta, sobretodo cuando se basan en infomerciales como la edición de meganoticias y símiles que sólo dan el hecho en sí mismo, y no el proceso que llevó a que ocurriera tal o cual cosa; ejemplo: "Ese chino debió haberse matado de un escopetazo, si era él el cagado de la cabeza", "claro, ésta es más suelta porque le encanta mostrar sus presas, es más puta", "A éste le encanta criticar al mundo, te va a ir mal si sigues así", y muchos etcéteras varios. Cambiemos el rosado por el "simple", y nos quedará gente simple e idiota, es decir, gente que no le gusta sopesar las distintas caras de la moneda y que tampoco hace esfuerzo alguno por ver la complejidad de ciertas cosas. Por eso estamos como estamos; digo, por una parte, yo y un puñado de gente que conosco está bien sola, pero no en la soledad inerte; prefieren precindir de la multitud porque realmente no hay mucho que ver debajo del charco de agua, y por otra parte, es más la gente simple que vive bien su vida con las preocupaciones mundanas y con una calidad y sanidad mental comparativamente mejor que la de uno. Esto claramente no es justo. ¿Por qué?, porque uno termina siendo el extraño, el hermitaño, el que no sale de la pieza, el que sólo se relaciona con libros y es uno el que detesta los cumpleaños y las fiestecillas anuales, cumpliéndose finalmente el efecto Pigmalión. Esto es sólo por un criterio numérico; es decir, la mayoría de la gente se impone frente a las opiniones divergentes que pueden ser menoscabadas debido a que no hay suficientes tropas para defender la idea en cuestión. "No, es que sabes que tuve que elegirlos a ellos, porque la verdad es que ellos son más que tú", "¿Y cuántos más opinan lo mismo que tú?", "¿Alguien te apoya en tu idea?", y más etcéteras.

A la gente le encanta agruparse para sentirse segura y bien consigo misma.
¿Hay algo de malo en la soledad?, "Claro, eres un amargado porque no tienes tantos amigos", "Deberías tener más amigos", "Deberías ser más sociable", "No seas tan pesado con la gente, porque te quedarás solo". La gente ve la soledad como una especie de estado que no debe presentarse, y desconocen sin embargo, que el estar solo es una de las mejores maneras para autoconocerse y disfrutar de la propia voluntad, fuera de condicionamientos ajenos, como la moda (Las famosas "tillas"), las frases célebres ("Y eso"), y las modas sociales (Ir a baratas nocturnas y al patio de comida en su horario pick). La gente tiene miedo de que al quedar en momentos de soledad no tenga algo inteligente y/o interesante que hacer con su vida; he ahí el meollo del asunto. Vale lo mismo decir: A la gente le carga la soledad.

La gente tiene una buena percepción de si misma.
Les encanta percibirse como seres prosociales, como personas bondadosas y honestas, que ayudan a quien lo necesite, que van a misa los domingos para dar un papel verde cuando los monaguillos pasan con la bolsita de tela, a la gente le encanta cooperar en campañas solidarias y por ende demostrar sus acciones solidarias sin fines de lucro. "¿Te fijaste como X dormitaba en la misa?", "Ah, yo no tengo nada que ir a perder mi tiempo con esos pobretones", "¿Pero cuentame po, ¿Qué fué lo que le pasó al "finao"?, "Ya, vamos a dar algo de plata para que después no nos saquen el pellejo pelándonos", "Soy político X, y ayudaré a la población de Z; no olvíden votar por mí".

La gente es (in)culta.
Saben toda la biografía de Marlen Olivarí, se saben todos los panelistas de "Mucho Gusto", saben qué fué lo que le dijo XXX a ZZZ, y no dudan en adoptar el rol de opinólogos locales cuando la situación lo amerita, no dudan en gestar análisis impresionantes sobre si X e Y se juntaron o no en tal o cual hotel, y análizan con escrutinio digno de un psicoanálisis motivaciones inherentes o externas en relación a la conducta de alguno que otro famoso que está en la palestra en la semana del copuchenteo. Pero anda a conversar sobre el calentamiento globar, anda a preguntar sobre la revolución francesa, cuestiona sobre mejoras en el modelo penitenciario: Quedarán absortos; como si estuvieran enfrascados en una especie de batalla mental que honestamente se ve difícil de ganar. Ahí se quedarán, en cabilaciones profundas y silenciosas, para que luego de un rato te miren con una ceja levantada y te digan "eres raro", o te tílden de perno, o simplemente den vuelta la cabeza para hablar sobre el clima y cómo éste se presentará mañana. No tienen idea de algún libro que recomendarte, no tienen idea de qué película te puede aportar algo más que una risa pasajera (y no es que no me gusten las comedias, pero de vez en cuando), no tienen idea qué ocurrió en el panorama local durante la semana (al menos lo más importante) y tampoco -éste es el punto álgido de la situación- les interesa saber sobre esto.

Sí usted marca positivo en la mayoría de éstas categorías, salga de ésta página.

Si usted marca negativo en la mayoría de éstas categorías, felicidades, es alguien un poco más culto que el promedio de los cromañones que lo rodean, aspira a hacer algo con la vida que posee, a pesar de que su medio lo trate con algo de violencia disfrazada de indiferencia, y probablemente es una persona con un círculo social interesante, pero reducido.

2.

Día lluvioso y nublado. Flojera y un futuro forúnculo amenaza con reventar arriba de mi labio superior derecho; siento como el calor emana a través de esa parte de la piel. Día con frío que hace que el acto de salir a la calle, tan sólo para comprar o para tomar fotos se vuelva algo fatigable. Ahora me reivindico: creo que ya no me gusta la lluvia porque te (nos) vuelve más adormecidos; sólo resta leer durante toda la tarde, andar de carrera por diarios de vida electrónicos y tomarse algo, de preferenca caliente, así como para aminorar el frío que está junto a la lluvia. Otra reividicación: La lluvia NO sofoca el frío; ya no entiendo como hay gente que dice "que bueno que mañana lloverá, así subirá la temperatura", y nopo, o sea; al menos yo acá estoy con guantes, polar y falta poco para la bufanda gris que se me ha confiado por tiempo indefinido. La lluvia cesa y a veces vuelve como si fuera una persona que posa fuertemente sus manos sobre la ventana como queriéndo decir "¡aquí toy!", cual Era de Hielo. Y bueno, en realidad el día puede que no esté flojo, y sea yo quien esté transfiriendo mi lata en éste día hacia el día, que aunque fructífero en términos intelectuales, ha ido transcurriendo "por goteo", en fin, estoy un poco harto de leer la sarta de psicologizidades que ofrece el mercado y es mejor leer algo de literatura ajena a ésta, a la psicología: leer por leer, leer por gusto, porque se necesita per se, como puede ser el agua y la comida; leer para aumentar vocabulario, para conocer alguna otra realidad con toques de fantasía y/o realismo puro, para evadirse uno mismo o para incrementar el nivel cultural; aunque dicho sea de paso, no he presenciado ninguna tertulia donde el foco de conversación sea algo que va más allá de la risita light, de la borrachera teatrera y de frases incoherentes que le hacen justicia a la banalidad del adulto joven, en la que la persona está conciente pero se cree con licencia social para hacer y/o decir cualquier idiotez. Otra reivindicación: La gente es cómoda, le carga subir la montaña y prefiere quedarse vagando en sinsentidos que le procuran placer momentáneo opióide. Bueno, yo también soy flojo, porque quiero que las cosas se me den en bandeja, y la realidad es muy diferente de lo que uno pretende ver, es decir, nos encanta estar enfrascados en el velo de Maya, la ilusión.

1.

Y bien, volví a ceder a la tentación de hacerme otra cosa de éstas: Parece que me gusta criar mascotas para luego matarlas de un guillotinazo, cuando el día está gris, cuando las nubes se arremolinan en mi cabeza y cuando tengo otras cosas mejores que hacer, pero mi lado de hombre masa me hace volcarme hacia un mar inexistente de personas que ansían estar acompañadas a través de una pantalla que no conecta finalmente con nadie. Es increíble el hecho de que buscar una palabra por el google signifique que ahora aparesca un sinnúmero de diarios pseudopersonales.
Genial, soy uno más del montón.