"La timidez impide abrir las profundidades de la propia personalidad a los demás; por eso, la mayoría de las amistades que he entablado en los últimos ocho o nueve años años son más bien fortuitas. Esto aumenta mi sensación de soledad, y termino sintiéndome un poco idiotizada. Acabo de llamar, por ejemplo, a una amiga muy querida -y muy exigente- que vive en Virginia Occidental y que me pide explicaciones por no haberla visitado desde que tuvo su bebé. ¿Qué podía decirle? ¿Qué me habría encantado hacer el viaje pero estaba demasiado ocupada tratando de mantenerme lo más lejos posible del hospital? Es algo tan humillante, tan degradante... Si supiera que no podrían descubrirme me encantaría mentir, inventar algún cáncer de poca gravedad que pudiera remitir y desaparecer, es decir, algo que la gente pudiera entender y que no inspirara temor e incomodidad."
Laura Anderson.
No hay comentarios:
Publicar un comentario