Ya no recorras las distancias inalcanzables, ni le busques explicación alguna. No corras las cortinas de la ventana. Ni botes el agua de la bañera. No vas a encontrar lo que buscas porque aquello ya se fue, lejos, más allá de ésta piel, de las plantas de mis pies que se helan; de mi vientre cuyos microscópicos pelos se erizan al contacto (ajeno), de mi columna con memoria infinita, de mi cuello que circula desnudo entre el páramo externo.
Trata de encontrar a quien buscas en la memoria imperecedera.
Trata de encontrarme.
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