viernes, 13 de julio de 2007

2.

Día lluvioso y nublado. Flojera y un futuro forúnculo amenaza con reventar arriba de mi labio superior derecho; siento como el calor emana a través de esa parte de la piel. Día con frío que hace que el acto de salir a la calle, tan sólo para comprar o para tomar fotos se vuelva algo fatigable. Ahora me reivindico: creo que ya no me gusta la lluvia porque te (nos) vuelve más adormecidos; sólo resta leer durante toda la tarde, andar de carrera por diarios de vida electrónicos y tomarse algo, de preferenca caliente, así como para aminorar el frío que está junto a la lluvia. Otra reividicación: La lluvia NO sofoca el frío; ya no entiendo como hay gente que dice "que bueno que mañana lloverá, así subirá la temperatura", y nopo, o sea; al menos yo acá estoy con guantes, polar y falta poco para la bufanda gris que se me ha confiado por tiempo indefinido. La lluvia cesa y a veces vuelve como si fuera una persona que posa fuertemente sus manos sobre la ventana como queriéndo decir "¡aquí toy!", cual Era de Hielo. Y bueno, en realidad el día puede que no esté flojo, y sea yo quien esté transfiriendo mi lata en éste día hacia el día, que aunque fructífero en términos intelectuales, ha ido transcurriendo "por goteo", en fin, estoy un poco harto de leer la sarta de psicologizidades que ofrece el mercado y es mejor leer algo de literatura ajena a ésta, a la psicología: leer por leer, leer por gusto, porque se necesita per se, como puede ser el agua y la comida; leer para aumentar vocabulario, para conocer alguna otra realidad con toques de fantasía y/o realismo puro, para evadirse uno mismo o para incrementar el nivel cultural; aunque dicho sea de paso, no he presenciado ninguna tertulia donde el foco de conversación sea algo que va más allá de la risita light, de la borrachera teatrera y de frases incoherentes que le hacen justicia a la banalidad del adulto joven, en la que la persona está conciente pero se cree con licencia social para hacer y/o decir cualquier idiotez. Otra reivindicación: La gente es cómoda, le carga subir la montaña y prefiere quedarse vagando en sinsentidos que le procuran placer momentáneo opióide. Bueno, yo también soy flojo, porque quiero que las cosas se me den en bandeja, y la realidad es muy diferente de lo que uno pretende ver, es decir, nos encanta estar enfrascados en el velo de Maya, la ilusión.

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