Siempre he tenido la impresión y la certeza de que en mi cuerpo habitan distintos seres, distintas formas de decir que soy yo. Algunos languidecen en la penumbra, les cuesta moverse y se arrastran entre las cortinas obscuras mientras anochece. Otros prismas de mi esencia no pueden estar en quietud y se muestras ávidos de vida, de movimiento. Hay unos que van y vuelven mientras caminan sin llegar a ninguna parte mientras visitan desolaciones, vacíos y límites. Otros por supuesto, son tan superfluos que se conforman con una tarde perdida entre un monitor.
Hay uno que por sobre todo no puede estar en paz, y guarda ira contra si mismo. Confieso que muchas veces cuesta poder dominarlo, calmarlo, porque se revela contra todo y contra todos, y que a raíz de eso, le cuesta sonreír y ver el mundo como lo es: Sólo un campo con árboles y césped. Hay algunos de mi mismo que les encanta la vida convencional, y hay otras sombras que son soberbias frente a la tranquilidad que a veces puedo encontrar. Haber nacido donde nací y con quienes nací me dicta ciertos actos; pulcros, arreglados, a veces enérgicos, mientras me consumo como una vela al apagarse, como humo de incienso en una habitación vacía, que me resulta extraña a veces, igual que las personas.
Hay espacios, intermedios entre mi carne y mis huesos, contradictorios, que interfieren entre mi vida cotidiana y la que a veces sepulto, para luego volver a desenterrar, como si de una resurrección se tratase, pálida resulta, volver a colocar todos los mismos bloques en un mismo lugar, mientras tú (mi) realidad se fragmenta, en silencio, en instantes, en momentos que a veces todo lo pueden, mientras intentan, de una u otra manera, volver a lo que alguna vez fui.
Hay espacios, intermedios entre mi carne y mis huesos, contradictorios, que interfieren entre mi vida cotidiana y la que a veces sepulto, para luego volver a desenterrar, como si de una resurrección se tratase, pálida resulta, volver a colocar todos los mismos bloques en un mismo lugar, mientras tú (mi) realidad se fragmenta, en silencio, en instantes, en momentos que a veces todo lo pueden, mientras intentan, de una u otra manera, volver a lo que alguna vez fui.
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