14/08/2007.
"He estado enfermo desde hace dos días aproximadamente. O desde hace aproximadamente dos días que ya no puedo controlar mi cuerpo. Se encoje para luego expeler mareas de mocos que siento danzar dentro mío. Es decir, estoy inmunodeprimido. Ayer repetí por más de dos horas una disertación de dos minutos, para esa profe a quien le tengo un miedo mortal. Finalmente, se me olvidó la mitad de lo que quería decir, aunque una fuente cercana muy confiable me asegura que dicha docente se excitaba a medida que recitaba los números de los artículos y de los años y de las leyes que sepulté bajo mi cerebro para que por fin saliera artificialmente natural. Sentía que los músculos de mis piernas se tendían a agarrotar, que mi voz se entrecortaba y que mis pensamientos se atropellaban unos sobre otros, ensañados sobre aquellas palabras automáticas que estaban esperando por su fallido debut. Aún así creo que convencí al proletariado.
Pensando ahora en aquellas cosas que siento internamente, pero que no se ven externamente, tengo algunos puntos importantes que no sé si podré aclarar algún día:
Primero: Hay muchas cosas que no soy y que me gustaría ser.
Segundo: Hay muchas cosas que soy y que odio de principio a fin.
Tercero: Hay pocas cosas de mí que me agradan.
Cuarto: He sembrado muchas tierras para no recoger nada.
Quinto: Siempre tengo cosas que opinar aunque no pueda decirlas."
Hoy, a algunos días de leer mis palabras, debo confesar que: Sigo igual.
sábado, 18 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Este no lo había leído, pero no tengo mucho que comentar, ya que todo lo que pienso te lo he dicho en el momento indicado y por ahora ya sabes cuál es mi consejo.
Ah, la disertación te salió bien, la chica de piernas musculosas tuvo orgasmos múltiples a medida que hablabas =P
Publicar un comentario