Ayer fue un día como tantos otros: Comencé mi día sin haber terminado el anterior, es decir, tuve una noche de insomnio y de sueños cortados por la culpa de mi gato que me aullaba cuando me quedaba dormido, y también porque mi guatero por primera vez me juega la mala pasada de asfixiarme como pollo al espiedo; es decir, comencé el día totalmente cansado y con ganas de seguir encamado. Hacía un frío endiablado fuera de las sabanas, era casi satánico desprenderse de las ropas para darse una ducha por el peligro de morir congelado en el intento. Mi desayuno fue otra dosis de dolor auspiciado por mis parachoques que constantemente son remodelados para ajustarlos a mi cráneo cambiante; el punto álgido del desayuno es que no había café, y como buen adicto que soy a ésta droga legal, busqué por toda la despensa reclamando lo desconsideradas que son algunas personas por no guardarme una mísera cucharada de mi tranquilizante local. Lo sé, la vida puede convertirse en un infierno de un segundo a otro. Así que preferí freir leche fría en el microondas y ponerles de esas zucaritas de chocolate. Mis panes fueron a base de manjar con cubierta de crema de hace cuatro días; igualmente sabroso.
Puse mis primeros pasos en la calle y vi todas las posas nocturnas congeladas; ahí me dieron ganas de tomar fotos como enfermo, pero la hora apremiaba y además no me da sacar fotos cuando hay potenciales pululeos de personas a mi alrededor. Llegué a la Universidad y me dijeron que no había clases sino hasta las once de la mañana, pero estaba tan cansado como para rabiar al respecto y/o para deprimirme, así que esperé afuera, con un cubo de hielo dentro de mi nariz, mientras llegaba y llegaba gente. Después entré con mi amiga de los mil apodos y ahí conversamos y reímos mientras hacíamos hora para la clase de Clínica. Yo ya no me hago expectativas respecto a la vida universitaria, y en efecto, no me desilusioné ni me sorprendió ver una de las clases más aburridas que se han hecho en la historia de la humanidad. Otra entrevista a un psicólogo; hasta aquí, tengo dos posibilidades: O me cambio a periodismo y llego finalmente a SQP, o me salgo de la carrera y me quedo leyendo cartas en una pieza de dos por dos.
Tuvimos clase con la chica de piernas musculosas y nos contaron que estaba tan enojada que hasta chocó/se enredó con una puerta por estar tan emputecida por algo que no era nuestra culpa. Al fin supe que le caigo bien y que al parecer no me ve como un insecto insignificante que puede morir bajo un zapato o bajo el poder de Baigón, porque me sonrió afablemente.
Cuando la clase terminó ya no hacía tanto frío, y como muchas veces, nos fuimos riendo con mi amiga de los mil apodos hasta parecer mutantes sueltos en la calle. Es increíble cómo hasta el momento nos aguantamos si ambos tenemos un carácter fuerte (como la mierda) y no nos hemos destripado todavía. También es increíble que casi sólo con ella puedo ser más yo y hacer y decir lo que me plazca sin que me ataque la comitiva de la moral y las buenas costumbres. En fin, Me acostumbré a su compañía y a otras cosas que no son tan saludables.
Luego de eso, y de haber entrenado, me aguardaban sorpresivamente una hamburguesa gigantesca que comí hasta desfallecer por un ombligo que se me dió vuelta. Ahí volví a ver en las noticias lo atribulado del clima mundial, y que ahora, los shilenitos, también sufren por este tema, en especial los agricultores y los consumidores de vino.
Me reiría de no ser porque este es un tema serio que nos incumbe a todos, y como dice mi papá, estamos ad portas de otra guerra mundial (esto de tener complejo de oráculo es familiar), el objetivo del por qué iniciamos guerras y lanzamos bombas cambia - llámese pretóleo, posición geográfica y terrorismo- pronto nos descuartizaremos por "agua" dijo mi nunca bien ponderado progenitor, mientras me venía a dejar a una clases que según yo, juraba de guata que comenzaba a las dos y media, cuando en realidad comenzaba a las tres en punto. Este es el día jueves, y ésta cargada comenzó el día miércoles; en realidad el martes, porque doy cuenta de mi mala relación con Morfeo. Hoy es un día como tantos otros, estoy en el Doxer, con la aparición de cierta persona con sus aires de grandeza y con ese caminar tan grandilocuente que siempre lo caracteriza, aunque en realidad el tipo no valga mucho -y eso simplemente se nota-. Sí, llegué media hora antes de lo debido, y aprovecho de terminar este escrito que veo que no va para ningún lado, salvo notar que mi vida universitaria se remite en gran parte a la persona de los mil apodos, a hacer notar que pronto nos hundiremos porque los casquetes polares se derriten, o porque moriremos como cuando los niños queman hormigas o babosas con un espéculo; ahora a todos les importa el ambientalismo, porque ahora a todos les están sucediendo calamidades. También podemos morir de inanición porque las lechugas y las paltas no van a brotan por culpa de las nevasones, en fin, tenemos para escoger.
Querido Blog, Ahora ya no estoy en el Doxer, sino en la seguridad que me ofrece mi pieza, un lugar que bien me refleja. Aquí decido terminar este relato, narración, lo que sea, recordando que no me manejo bien en grupos, que abandoné esos vínculos pasados que a veces me caracterizaban; que no siempre avanzamos por donde queremos, que a veces, el camino se mueve solo y sin que uno lo advierta, como una rueda que se mueve lentamente, con gente arriba de la carretilla, como un cigarro que se está consumiendo, como un pastizal que se empieza a quemar, como el tránsito de mi casa a la U y de mi casa al kwoon, como un calentamiento global, como cavilaciones varias, como éste escrito.
Puse mis primeros pasos en la calle y vi todas las posas nocturnas congeladas; ahí me dieron ganas de tomar fotos como enfermo, pero la hora apremiaba y además no me da sacar fotos cuando hay potenciales pululeos de personas a mi alrededor. Llegué a la Universidad y me dijeron que no había clases sino hasta las once de la mañana, pero estaba tan cansado como para rabiar al respecto y/o para deprimirme, así que esperé afuera, con un cubo de hielo dentro de mi nariz, mientras llegaba y llegaba gente. Después entré con mi amiga de los mil apodos y ahí conversamos y reímos mientras hacíamos hora para la clase de Clínica. Yo ya no me hago expectativas respecto a la vida universitaria, y en efecto, no me desilusioné ni me sorprendió ver una de las clases más aburridas que se han hecho en la historia de la humanidad. Otra entrevista a un psicólogo; hasta aquí, tengo dos posibilidades: O me cambio a periodismo y llego finalmente a SQP, o me salgo de la carrera y me quedo leyendo cartas en una pieza de dos por dos.
Tuvimos clase con la chica de piernas musculosas y nos contaron que estaba tan enojada que hasta chocó/se enredó con una puerta por estar tan emputecida por algo que no era nuestra culpa. Al fin supe que le caigo bien y que al parecer no me ve como un insecto insignificante que puede morir bajo un zapato o bajo el poder de Baigón, porque me sonrió afablemente.
Cuando la clase terminó ya no hacía tanto frío, y como muchas veces, nos fuimos riendo con mi amiga de los mil apodos hasta parecer mutantes sueltos en la calle. Es increíble cómo hasta el momento nos aguantamos si ambos tenemos un carácter fuerte (como la mierda) y no nos hemos destripado todavía. También es increíble que casi sólo con ella puedo ser más yo y hacer y decir lo que me plazca sin que me ataque la comitiva de la moral y las buenas costumbres. En fin, Me acostumbré a su compañía y a otras cosas que no son tan saludables.
Luego de eso, y de haber entrenado, me aguardaban sorpresivamente una hamburguesa gigantesca que comí hasta desfallecer por un ombligo que se me dió vuelta. Ahí volví a ver en las noticias lo atribulado del clima mundial, y que ahora, los shilenitos, también sufren por este tema, en especial los agricultores y los consumidores de vino.
Me reiría de no ser porque este es un tema serio que nos incumbe a todos, y como dice mi papá, estamos ad portas de otra guerra mundial (esto de tener complejo de oráculo es familiar), el objetivo del por qué iniciamos guerras y lanzamos bombas cambia - llámese pretóleo, posición geográfica y terrorismo- pronto nos descuartizaremos por "agua" dijo mi nunca bien ponderado progenitor, mientras me venía a dejar a una clases que según yo, juraba de guata que comenzaba a las dos y media, cuando en realidad comenzaba a las tres en punto. Este es el día jueves, y ésta cargada comenzó el día miércoles; en realidad el martes, porque doy cuenta de mi mala relación con Morfeo. Hoy es un día como tantos otros, estoy en el Doxer, con la aparición de cierta persona con sus aires de grandeza y con ese caminar tan grandilocuente que siempre lo caracteriza, aunque en realidad el tipo no valga mucho -y eso simplemente se nota-. Sí, llegué media hora antes de lo debido, y aprovecho de terminar este escrito que veo que no va para ningún lado, salvo notar que mi vida universitaria se remite en gran parte a la persona de los mil apodos, a hacer notar que pronto nos hundiremos porque los casquetes polares se derriten, o porque moriremos como cuando los niños queman hormigas o babosas con un espéculo; ahora a todos les importa el ambientalismo, porque ahora a todos les están sucediendo calamidades. También podemos morir de inanición porque las lechugas y las paltas no van a brotan por culpa de las nevasones, en fin, tenemos para escoger.
Querido Blog, Ahora ya no estoy en el Doxer, sino en la seguridad que me ofrece mi pieza, un lugar que bien me refleja. Aquí decido terminar este relato, narración, lo que sea, recordando que no me manejo bien en grupos, que abandoné esos vínculos pasados que a veces me caracterizaban; que no siempre avanzamos por donde queremos, que a veces, el camino se mueve solo y sin que uno lo advierta, como una rueda que se mueve lentamente, con gente arriba de la carretilla, como un cigarro que se está consumiendo, como un pastizal que se empieza a quemar, como el tránsito de mi casa a la U y de mi casa al kwoon, como un calentamiento global, como cavilaciones varias, como éste escrito.
3 comentarios:
es uno de los textos mas bellos que te he leìdo en un buen tiempo. tiene una inocencia muy linda, me gustò.
humilde
Me recagué de la risa cuando leí eso de la destripación que aún no sucede y que espero no suceda, porque con lo terroristas y malos que somos quizá cuál de los dos quede peor.
Así pasan los días, PERO, te faltó poner eso de que en este momento el curso está teniendo una especie de admiración envidiosa contigo por dejar al descubierto que eres la reencarnación de una cruza entre Freud y Jung.
En fin, yo te admiro y también te envidio, pero ambas en buena, ojalá tuviera un 10% de ese conocimiento bruto que tienes para sacer el rosho.
Noa estamos viendo.
La amiga de los mil apodos.
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