miércoles, 2 de abril de 2008

Palabras.

Cada día tengo la certeza más acabada de que en mí no habitan palabras, al menos cuando intento buscarlas y romper el silencio de aquello que me es importante. No existen intentos, ni triunfos, ni derrotas. Sólo un silencio largo y sostenido, junto con el temor de acercarme y finalmente, decir.
Porque hablamos, y es fácil seguir(te) la corriente, aferrarme a la esperanza de que al final entendemos un poco de la orilla del otro, de la isla y de sus contornos, saber poder comprender, cabalmente, sin proyecciones ni juegos mentales. Acá no se juega, o eso creo.
Después de la refriega, las palabras y las emociones emergen desde algún lugar y quedan atrapadas en el pecho, y no quieren salir más allá del cuello, desde donde quedan encerradas sin escapatoria ni explicación plausible. Porque la parálisis se evidencia a medida que pasan los segundos, mientras se entreabre la boca húmeda, dejando entrever lo pesado, lo confuso y lo difícil de pensar en otra forma que no sea una muy subjetiva, atropelladora totalmente de la realidad de todos, para finalmente hilvanar un frágil “no sé”, que ni yo mismo aseguro.

3 comentarios:

ANA dijo...

En ocasiones las palabras son un desafío, se niegan a aparecer y traspasar la frontera del sonido...

No creo que a tí se te escabullan las palabras, no se nota, es más, pareciera que tienes mucha facilidad al respecto..

Concuerdo en que comunicarse es un reto, un proceso complejo de hacerse entender con un otro...

Tuilinn dijo...

Empatizo profundamente con este texto.
Pero es curioso; a veces pareciera que los mejores escritos nacen de sensaciones como ésta.






(Cangrejo tenía que ser, que hay que sacarle a tirones la dirección de su blog... *risa*)

Unknown dijo...

Muchas veces he pasado por aqui sin escrbir nada, justamente por que las palabras no salen.

Muchas veces es mas facil conocer a alguien cuando no dice nada, por lo menos a mi me resulta y la verdad lo prefiero, por que decir por decir, mejor no decir nada.

saludos.